Las elecciones libres y competitivas son imprescindibles para que los sistemas democráticos sean considerados como tales. A través de ellas, la ciudadanía elige a quien habrá de gobernarla o representarla. Cuando los gobernantes buscan limitar su práctica, para perpetuarse en el poder, se corre el riesgo de vivir bajo un régimen contrario a la democracia.
Los comicios son un método eficaz para la designación de gobernantes y representantes populares, que datan del siglo XVIII. Han permanecido hasta nuestros días por encima de otras alternativas, como el sorteo o la designación jerárquica, porque han demostrado ser un mecanismo pacífico para acceder al poder político.
Las elecciones son libres cuando los ciudadanos votan en paz y lo hacen sin la presión de algún poder, que los obligue a emitir su voto en determinado sentido. Esta característica es fundamental para garantizar que los resultados sean un producto auténtico de la voluntad popular. Es imposible que las sociedades donde el voto no se respeta puedan considerarse democráticas.
Además, los comicios son competitivos si, en condiciones equitativas, al menos dos interesados en acceder al poder político participan en los mismos. Pero si alguno de los competidores cuenta con más recursos que le den cierta ventaja sobre el resto de los adversarios, las elecciones pierden competitividad y se desvirtúan.
Las elecciones cumplen dos funciones. La primera es dotar de legitimidad al ganador de la contienda electoral, para que pueda concretar las propuestas que difundió durante la campaña electoral. La segunda es garantizar que los gobernantes o representantes permanezcan en su cargo por un lapso determinado.
La importancia de los comicios radica en su papel para renovar a los gobernantes de las sociedades democráticas. Pero su función en el contexto actual debe ser objeto de una reflexión continua. Esto es necesario porque el próximo 4 de junio los mexiquenses tendrán en sus manos el futuro de la entidad; a través de su voto decidirán quién y con qué proyecto habrá de gobernarla.
Por esta razón, el Instituto Electoral del Estado de México realiza una serie de actividades orientadas a garantizar que la ciudadanía sufrague en condiciones de paz y que los partidos participen en condiciones equitativas. La invitación es que los mexiquenses voten masivamente, en libertad, sin ningún tipo de coacción. En mucho de ello depende la certeza de los resultados electorales.