Lo (no) visto en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) durante los últimos días es solo uno de los síntomas de algo mucho más complejo: el daño que le hemos hecho los humanos al planeta, y que hemos acelerado exponencialmente desde el siglo pasado.
La contaminación no es un fenómeno exclusivamente mexicano, es obvio.
De hecho, México es el emisor número 12 a escala mundial de dióxido de carbono, el compuesto químico que más contribuye al calentamiento global. Muy lejos estamos en cantidad producida respecto a China, Estados Unidos e India, los principales responsables del daño. Sin embargo, esto no quiere decir que nosotros no seamos corresponsables.
El daño lo hacemos de muchas maneras; en particular a través del uso de energías sucias como carbón y petróleo. Ambas en boga una vez más debido al interés del gobierno en ellas.
El carbón, al que Alemania renunciará por completo en 20 años, revive en Coahuila. El petróleo, del que se aleja hasta Arabia Saudita, su principal productor, es la obsesión del presidente Andrés Manuel López Obrador. Prueba de ello es su obstinación por inyectarle todos los recursos posibles a Pemex.
De que México va en sentido contrario respecto a la protección del medio ambiente no hay duda. Lo que hay que hacer ahora es enderezar el curso, y hacerlo con medidas drásticas. Dos golpes decisivos que podrían darse a escala federal serían dos cancelaciones: una, la de Dos Bocas, refinería que traerá más daño ambiental que beneficio económico; dos, la del Tren Maya, que le hará daño irreversible a la Reserva de la Biosfera de Calakmul.
A escala local, Ciudad de México y la ZMVM también pueden poner el ejemplo obligando a todos los coches a dejar de circular una vez por semana. Pueden cobrar tenencia a todo automóvil registrado en la zona. Pueden endurecer las multas a los infractores; no solo a través de dinero, sino a través de otros medios, como las fotocívicas que recién entraron en vigor.
Solo con acciones de gran calado, con efecto visible, podremos iniciar el trabajo para recuperar el medio ambiente mexicano. De no hacerlo, quizá el país sí mejore económicamente. Pero no habrá nadie para gozar de una mejor economía cuando el aire sea irrespirable.
@esteban_is
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