Lo que ha sucedido en México en las últimas dos semanas no es normal. No es un episodio más en nuestra historia de violencia y descomposición social. Ni Culiacán ni Tepito ni mucho menos el cobarde asesinato de niños y mujeres en la sierra de Chihuahua y de Sonora es algo normal.
Tampoco es normal que en lo que va del año se hayan registrado más de 29 mil asesinatos en el país. Que desde 2006 al menos 40 mil personas hayan desaparecido y que miles más sean víctimas del crimen todos los días en su camino al trabajo, en sus colonias y en sus hogares. La inseguridad sigue siendo reina en este México y eso no es normal.
En 2012, Andrés Manuel López Obrador perdió la elección presidencial contra Enrique Peña Nieto por más de 3 millones de votos. Seis años después AMLO regresó a la contienda y ganó con un margen histórico. Era el mismo candidato, lo que cambió fue el país. Se agudizaron la violencia y la corrupción. Avanzó la impunidad y creció el descontento social.
Estos factores impulsaron la victoria de López Obrador en 2018 y es importante recordarlo hoy ante la falta de resultados, sobre todo, en el combate al crimen. La estrategia, dice el Presidente, es no repetir los errores del pasado, no caer en la tentación conservadora de la guerra contra el narco. Abrazos y no balazos. Pero la estrategia se ha visto rebasada por el poder y la crueldad de las organizaciones criminales que controlan parte del territorio nacional, así como la exigencia legítima de una sociedad que depositó sus votos y su confianza en López Obrador.
La brutal masacre de mujeres y niños esta semana, marca un antes y un después para este gobierno. No solo abre un nuevo frente en la relación con Estados Unidos, alimentado el hambre de los halcones que en la antesala del año electoral, impulsan con ánimo la necesidad de intervenir en México, sino porque obliga al Presidente a replantear, cuando menos, la narrativa de su no lucha contra el crimen organizado.
Si Andrés Manuel López Obrador realmente cree que existe una salida pacífica a este conflicto, su administración debería considerar seriamente la ruta de la legalización y encabezar un esfuerzo regional que ofrezca una alternativa a más de una década de sangre y sufrimiento.
@Enrique_Acevedo