Cultura

Cadeneros del edén

El poder irrestricto se da golpes de pecho en estos tiempos. Jorge Carballo
El poder irrestrictose da golpes de pecho en estos tiempos. Jorge Carballo

Desde siempre ha calado entre las clases más acomodadas cierta flamígera sentencia evangélica, según la cual antes pasa un camello por el ojo de la aguja a que un rico atraviese las puertas de la Gloria. Los curas, por supuesto, están al tanto de la desazón que flagela a los miembros más lanudos del rebaño, y no faltan los hombres de sotana que se vean tentados a ofrecerles una puerta de entrada al reino celestial… a cambio de un modesto donativo. “Modesto” para ellos, desde luego, que poco o nada saben de estrecheces y mucho es su temor a los infiernos, seguramente incómodos y atestados de pobres.

Esa extraña manía de sentirte culpable por poseer más de diez millones de dólares me parece no sólo un despropósito, sino de paso una superchería de muy dudoso gusto. Es muy difícil, desde la clase media, figurarte el tamaño del tedio existencial que supone poder comprarte cualquier cosa sin siquiera voltear a ver su precio. ¿No es miserable acaso que estrenes un Rolls Royce y no pasees en él hasta la madrugada, con la emoción de un perrito adoptado? En vez de eso, se estila entre los ricos vergonzantes cultivar la amistad de algún obispo amigo de San Pedro, cuya bendición sirva para librarles del tortuoso trámite del camello extraflaco.

El Lobo de Dios, se titula el documental de HBO sobre el difunto Marcial Maciel que está haciendo caer tantas quijadas como una gran película de horror. Amén de retratar, por no decir bajarle los calzones, al inefable monstruo estuprador  que algún día fundara la Legión de Cristo, esta suerte de thriller de cuatro capítulos muestra el inverecundo modus operandi de una gavilla de sanguijuelas con sotana, resueltos a asistir a los píos millonarios en la perenne urgencia de salvar sus almitas. Un amparo no sólo muy costoso, sino además planeado minuciosamente para ir fagocitando el patrimonio de los benefactores sedientos de perdón, a la manera del abogado abusivo que te deja en la calle sin por ello sacarte de la cárcel.

El camello debe estar vivo antes y después del imposible traslado, establece el relato que da inicio al Confabulario de Juan José Arreola, donde habla de los costos exorbitantes que supone el osado experimento, mismos que acabarán por dejar pobres a sus acaudalados patrocinadores y abrirles, ¡aleluya!, la zona VIP del más allá. Quien piense que la venta de indulgencias es asunto exclusivo del bajo medioevo se equivoca como un monaguillo apocado: la clase de alma cándida que más aprecia un clérigo abusivo, ya no digamos una orden religiosa consagrada a chupar, aún en el siglo XXI, la devota y contrita sangre azul.

Mas no sólo el dinero en abundancia, sino asimismo el poder irrestricto, se da golpes de pecho en estos tiempos. Eso de que políticos y jueces —difícil distinguirlos, últimamente— legitimen su férula recurriendo a chamanes y brujos originarios de modo que los limpien delante de las cámaras, para no quedar mal con Quetzalcóatl y redimirse de su omnipoder, es otra forma de acto de contrición que despide un tufillo a confesionario, al tiempo que nos habla de las obvias ventajas de pasar ante la ciudadanía —“el pueblo”, nos insisten, con ojos entornados— como creyentes de un poder superior, al que hemos de inferir que se someterán a partir de tan sublime auto sacramental. ¿Voy a irme al inframundo si me gana la risa?

Pesan tanto el dinero y el poder sobre los hombros de sus poseedores que la cotización de obispos y chamanes experimenta un alza permanente, así como los fueros que detentan por las almas que dicen rescatar. No podemos saber qué consecuencias haya de estas prácticas en la dudosa vida ultraterrena, pero en lo que respecta al aquí y el ahora son panacea de los charlatanes y caldo de cultivo para la hipocresía. ¿Para qué sirve, pues, tanto dinero, si vas a derrocharlo en sobornar a un falso cadenero? Puesto en otras palabras, ¿quién le manda al camello tener esas jorobas tan estorbosas? 


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Xavier Velasco
  • Xavier Velasco
  • Narrador, cronista, ensayista y guionista. Realizó estudios de Literatura y de Ciencias Políticas, en la Universidad Iberoamericana. Premio Alfaguara de Novela 2003 por Diablo guardián. / Escribe todos los sábados su columna Pronóstico del Clímax.
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