Política

La importancia de la ética en la Inteligencia Artificial

El vertiginoso avance de la Inteligencia Artificial (IA) ha dejado una estela de dudas sobre sus implicaciones éticas; tanto que los gigantes de su diseño y producción emitieron hace cinco meses (marzo 2023) una declaración donde pedían que se pausara el desarrollo de la misma hasta, por lo menos seis meses.

A punto de que termine esta petición de pausa temporal de la IA las lagunas éticas continúan sin poderse aclarar.

Se sabe que hay temas económicos de fondo como por ejemplo el hecho de la gobernanza de los datos obtenidos a partir de máquinas de IA que se almacenan en lugares desconocidos pero que son usados por las grandes agencias comerciales para detectar tendencias de consumo, gustos y preferencias, datos biométricos que pueden servir para garantizar sistemas de vigilancia mundial, información genética útil para el avance de la ciencia, etcétera.

También hay un trasfondo intelectual de un conjunto de ideas que parten de la premisa de que el ser humano debe continuar su evolución mejorando sus capacidades y buscando su perfeccionamiento e incluso hasta su inmortalidad, tal es el caso del transhumanismo.

Es innegable que, en el área de la salud, la IA ha hecho grandes aportes para poder prevenir, curar o erradicar enfermedades degenerativas y que sus aplicaciones conllevan beneficios considerables en cuanto al diagnóstico oportuno y temprano así como en el tratamiento preciso y personalizado de los tratamientos.

Pero no es menos cierto que la relación médico-paciente se ha visto afectada por la despersonalización que implica ser atendido e incluso intervenido por un cíborg.

La experiencia clínica, el trato humanizado y la interacción personal que permite hacer fecundar virtudes como la empatía, la honestidad, la bondad, etcétera, son baluartes que corren el riesgo de minimizarse o perderse a medida que avanza la IA, por ello conviene tener siempre presente que deberá ser la persona, tanto del médico como del paciente, quien prime en la atención médica y que todo desarrollo digital o tecnológico, y más aquellos que automatizan funciones con algoritmos de IA, deberán estar siempre al servicio de la primera y nunca por encima de ésta.

En otras áreas donde no es tan evidente la necesidad de un contacto humano, valdría la pena recuperar las iniciativas que se han tenido sobre el uso e implementación de la IA.

Algunos ejemplos de recomendaciones han sido la Declaración de Asilomar (2017), la Declaración de Montreal (2018), las guías de la Unión Europea (2019) y el Llamado de Roma propuesto por la Academia Pontificia para la Vida en común acuerdo con el CEO de Microsoft y de IBM así como el director general de la FAO y el Papa Francisco firmada en 2020 y actualizada en 2023 así como la recomendación de la UNESCO (2021) y, recientemente la Primera regulación de Inteligencia Artificial de la Unión Europea que entrará en vigor en 2026.

Entre los principios que comparten estos documentos están la transparencia, la imparcialidad, la inclusión, la seguridad de los datos personales, la confiabilidad, la no discriminación, el cuidado del medio ambiente y de las generaciones futuras, la responsabilidad, la precaución y prudencia, entre otros.

De modo transversal a estos principios se reconoce que la IA debe estar siempre al servicio de la persona y de la sociedad y ser vista como una herramienta más, no como un fin.

Pensar en la ética de la IA sólo es posible concibiéndola como un medio, por ello se vuelve ineludible preguntar ¿para qué? antes de usarla, es decir, su diseño, desarrollo, producción y comercialización deben superar el filtro de la utilidad para poder justificarse. Si al hacerlo, la respuesta es para beneficio del ser humano y de la humanidad entonces se justifica éticamente, pero si la respuesta da por resultado algo distinto como podría ser un beneficio sólo para unos cuantos, una ganancia económica injusta, un deseo manifiesto de perfección o de inmortalidad, entonces su uso deberá ser cuestionado.

Tomarse en serio dicha pregunta será crucial para un uso ético de la IA.


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Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Profesora investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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