El paso de Alejandra por la tierra fue efímero (1946-2020); pero fructífero. Hija de quien fue uno de los fundadores de la Universidad de Nuevo León (UNL), profesor universitario, rector de esta misma Universidad y gobernador del Estado, Raúl Rangel Frías (1913-1993), y de la señora Elena Hinojosa Welsh, pudo heredar de ambos la generosidad y sensibilidad social que siempre la caracterizó, su amor a las letras y su capacidad de asombro para voltear hacia la filosofía en una época, por cierto, en la que se levantó el acta de defunción de dicha disciplina, por inútil.
La imagen que se tiene y se vive de Monterrey, desde su origen, es el yunque y el martillo, no la imagen del saber contemplativo en el que soñó Alfonso Reyes (1889-1959) en su Voto por la Universidad del Norte (1933) para la UNL, hoy UANL, seguido por jóvenes también soñadores, entre ellos Rangel Frías; un saber que posibilitaría un reencuentro con la tradición humanista para que, a decir de Reyes en el texto aludido, sea la cultura la que nos salve a todos.
Rangel Frías fue el heredero de esa tradición cuyo origen se encuentra en el Ateneo de la Juventud, fundado en 1909; pero su voluntad fue vencida por la ideología de “la cultura del esfuerzo y del trabajo”, reñida con el pensar reflexivo, la cual determinó, como en todas las demás universidades, que se privilegiara en las mallas curriculares los saberes instrumentales demandados por la industria.
Por supuesto que el proyecto cultural delineado por Reyes, que todavía algo influyó durante el rectorado de Rangel Frías, sí contemplaba los saberes instrumentales, sería absurdo no pensar en eso; pero no desvinculados de los saberes esenciales.
Para no dejar morir el sueño de Alfonso Reyes, la Facultad de Filosofía y Letras (FFYL) de la UANL fue fundada en 1950, durante el rectorado de Raúl Rangel Frías; y a esta institución, posiblemente impulsada solo por su deseo de saber, sin pensar ser heredera de ninguna tradición, llegó Alejandra Rangel Hinojosa como profesora.
En 1995 llegué como profesor a la FFYL, la mejor experiencia que ahí tuve fue haber trabajado durante diez años bajo la coordinación de Alejandra Rangel en la Academia de Historia de la Cultura Occidental; era en la que más se trabajaba.
Años después, en 2010, siendo ya profesor de la Facultad de Derecho y Criminología, al sentirme asfixiado por el ambiente instrumentalista busqué a Veronika Sieglin, ella me informó que junto con Alejandra Rangel y María Zebadúa habían planeado crear un seminario sobre Heidegger: Pensar hoy El desierto crece, “Todos los miércoles de las once a las trece horas nos reunimos en FFYL, si gustas puedes ir, estamos discutiendo el Ser y Tiempo”.
Disfruté ese reencuentro con profesoras y profesores de la FFYL, y otros amigos que, sin serlo, apasionadamente discutían sobre el pensamiento de Heidegger relacionado al Dasein (estar ahí en el mundo), su crítica a la idea de representación en la ciencia y a la modernidad, sobre la que advierte de los peligros que acechan al pensar calculador.
El seminario me ha hecho crecer, me ha inspirado algunos trabajos publicados sobre hermenéutica jurídica y otros sin publicar, me entristece la partida de Alejandra. El pasado 29 de julio, Víctor Olguín, Joaquín Hurtado, Dulce María Hernández y yo nos quedamos esperándola para la reunión, ahora virtual. Supe que estaba enferma; pero no me imaginé que ya no la volvería a ver.
Tuvimos varios invitados cada año expertos en Heidegger: entre ellos, Pascal David vino dos veces; Luis Tamayo, director de la tesis doctoral de Alejandra; Alberto Constante, Ángel Xolocotzi, traductor de Heidegger; Antonio Miguel Martín Morillas y Alfredo Rocha, traductor de Heidegger y quien nos visitó dos veces.
Se ha dicho que Alejandra, como fundadora de Conarte, ha sido la más importante promotora de la cultura en Nuevo León. Fue mucho más. Además de haber sido seguidora del sueño de su padre, fue una académica buscadora de nuevos caminos, a quien le importó solo el saber, no obtener el máximo grado que otorga la Universidad.
Pues habiendo hecho la parte escolarizada del doctorado y concluido su tesis doctoral: Silencio, lenguaje y Ser en Heidegger, por conflictos que tuvo su director de tesis con la Universidad en la que ella realizó la parte escolarizada de su doctorado, decidió renunciar a ese título y publicar el resultado de su investigación como libro, el cual está en imprenta.
“Aunque representamos vidas muy distintas, clases sociales distantes, nos unió la sed por saber, la necesidad de comprender para poder dar un sentido a lo que no parecería tenerlo, la esperanza de otra forma de convivir en sociedad. Y en este proceso nos conocimos, nos hermanamos; creció un profundo cariño. Este se queda, aunque ella se haya ido”, escribió Veronika y lo hago mío, añadiendo que el seminario continuará, ahora con el nombre de Alejandra Rangel Hinojosa.