Cultura

Rentabilízate a ti mismo

No vi en su momento El juramento, la serie documental sobre el caso de la secta NXIVM y la condena por delitos sexuales y de crimen organizado en contra de su líder y fundador, Keith Raniere. Así que ahora que apareció la segunda temporada, aproveché para ver también la primera. Debido a que existen numerosas grabaciones de las sesiones de NXIVM es posible apreciar en su voz propia la sociopatía de Raniere, expresada en un sistema comprensivo para el que siempre hay una respuesta, una interpretación, una explicación que se acomode al sistema de pensamiento donde en el centro siempre se encuentra él como gurú y líder máximo. Él (o su organización) son siempre víctimas de la inferioridad emocional de los demás, cuando no abiertamente de un complot para destruirlos, por el potencial de cambio que representan para la humanidad.

Sin embargo, más allá de la parte más sórdida y escandalosa del caso, que con toda razón es la que más atención ha ocupado, resulta interesante pensar por qué este tipo de empresas continúan teniendo tantos adeptos, más de 17 mil en el caso de NXIVM. Creo que una clave aparece en el pasado de Raniere como vendedor de productos en esquemas piramidales, pues en el fondo lo que hizo fue copiar ese mismo esquema, con un sistema interno que pagaba comisiones a quienes fueran reclutando nuevos adeptos, sólo que el producto colocado al centro del esquema era en primera instancia él mismo, y por extensión las personas que tomaban los cursos, con el anhelo de algún día convertirse en alguien como él.

Si nos centramos únicamente en la parte “formal” del programa de NXIVM, es posible apreciar que encaja perfectamente con varias de las ideas centrales de la narrativa de las sociedades contemporáneas, y de ahí quizá su gran éxito. En primer lugar, haciendo eco de lo que Byung-Chul Han llama la explotación de uno mismo, el modelo de sujeto que ofrece NXIVM es el de alguien en perpetua construcción y perpetua mejora, analizando y cuestionando cada pensamiento, cada emoción, cada relación, en un juego de llaves y contrallaves mentales que con toda razón terminó por enloquecer a los involucrados. Pero quizá el punto crucial, que lo diferenciaría de otro tipo de métodos de autosuperación, es el carácter central que guarda el éxito y la rentabilización de todo esto, un poco como si el “Conócete a ti mismo” de Sócrates se pusiera al servicio de la idea del individuo que debe venderse lo más caro posible en el mercado: o la terapia perpetua como inversión en uno mismo, que deberá pagar réditos más temprano que tarde.

Y existe otro aspecto crucial, muy bien simbolizado por Emiliano Salinas y Rosa Laura Junco como parte de la delegación mexicana, y es que la incesante expresión de las emociones, canalizada directamente como llave para abrir las puertas del éxito y la riqueza, representan a la perfección otro de los principios esenciales de las sociedades actuales: que cada quien es responsable de cómo le va en la feria, que los pobres son pobres porque quieren y demás ideas que ya conocemos. Y de ahí una cómoda justificación de su estatus como miembros de una élite inamovible, destinada a continuar rigiendo por los siglos de los siglos, y el hecho de que un gurú como Raniere les confirmara su carácter de elegidos, auténticos jedis de la autosuperación, era una prueba irrefutable más de eso que su realidad cotidiana les confirmó desde que nacieron.

Eduardo Rabasa


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Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
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