Se veía venir y se les dijo. Así replicaron una y otra vez en redes sociales, durante todo el día, militantes, aspirantes, simpatizantes y ciudadanos que estuvieron inmersos en la contienda interna por las candidaturas para las presidenciales municipales de Morena ayer en Hidalgo. Y es que al final, el resultado fue el esperado. Se impuso la política de grupos, en particular la del Grupo Universidad de Gerardo Sosa Castelán, quien no solo obtuvo para su hermano Damián la candidatura por Tulancingo, sino que logró puestos importantes en planillas y otras demarcaciones.
Bajita la mano, aguantando los embates de los propios morenistas, Sosa Castelán se agandalló las candidaturas una vez más e incluso dejó fuera al PT y al PVEM de los espacios previamente acordados en municipios como Tepeapulco, Tula y Mineral de la Reforma. De poco sirvieron los tuitazos, los mensajes en Facebook, las disertaciones virtuales, los mensajes de Whatsapp, las quejas hasta de senadores y diputados federales; todo terminó siendo un gran acuerdo entre grupos de arriba en Morena, sí, los de la Comisión Nacional de Elecciones con el hidalguense Martín Sandoval, y los que llevaron más canicas para jugar, como Gerardo Sosa y el Grupo Universidad, así como otras neo tribus como el Grupo Tula del “superdelegado” Abraham Mendoza y el diputado local con licencia Ricardo Baptista.
Duro aprendizaje para los morenistas de a pie quienes se quedaron con las ganas de ser actores más determinantes en su propio proceso, pero deben aprender a jugar en las ligas mayores.
Quienes pensaron que Morena era una democracia se equivocaron, pues un partido sin dirigencia, sin liderazgos, con un vaivén interminable de discusiones sin fondo, termina presa de los grupos más poderosos. Se vienen las campañas, ahora sí, si la pandemia lo permite y la elección sigue firme para el 18 de octubre.
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