El pleito entre simpatizantes de Morena y Movimiento Ciudadano ha sido gasolina para la ya de por sí violenta contienda electoral. Líderes de los partidos involucrados aprovecharon los golpes y los heridos para señalarse entre sí, lanzar comentarios clasistas y xenófobos, y hasta acusaciones de portación de armas de fuego en la trifulca ocurrida el pasado domingo afuera de una televisora en Zapopan.
Una oportunidad de oro para hacer un llamado a la paz y la civilidad hacia los militantes de todos los partidos políticos tirada a la basura. En su lugar, han prevalecido las denostaciones, las agresiones verbales y las denuncias públicas para culpar al otro de iniciar una pelea que terminó con al menos una decena de heridos.
Sabemos que la elección está marcada por dos extremos, tanto en lo local como en lo nacional, y eso queda evidenciado en nuestros círculos cercanos y redes sociales, por lo que es una irresponsabilidad por parte de los partidos políticos convocar a sus simpatizantes en un mismo lugar mientras siguen calentando los ánimos.
Ningún candidato o candidata va a agradecer los golpes recibidos. Las personas que se ponen la camiseta y acuden a los eventos públicos solamente son utilizadas como “músculo” político, parte de las prácticas propagandísticas de siempre.
En la guerra, en el amor y en las elecciones todo se vale, así que los ataques entre partidos no van a parar, aunque eso ya les haya costado sudor y sangre a sus seguidores. Por eso nos toca a las y los ciudadanos mantener el trato amable con quienes no compartimos postura y fomentar el diálogo.
Quizá no sea posible encontrar el punto medio entre extremos, pero sí podemos coincidir en que el respeto debe ser la base en el intercambio de ideas. La pluralidad enriquece la construcción de una sociedad, por eso debemos aprender a escuchar y hablar con una perspectiva empática y enfocada a mejorar nuestra convivencia y entorno; algo que, evidentemente, los políticos no han sabido hacer.