A partir del 1 de enero de 1994, luego del alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, el proyecto de Carlos Salinas de Gortari comenzó a sufrir una serie de alteraciones que afectaron también la candidatura de Luis Donaldo Colosio y cambiaron el rumbo del país.
Igor Herrera, uno de los operadores de prensa de Colosio, resalta que “los grupos que no habían estado de acuerdo con que éste fuera el candidato, empezaron a meter mucho ruido político en favor de Manuel Camacho Solís, nombrado como comisionado por la paz, y eso nos afectó en la campaña”.
—¿Cómo los afectó?
—En aquella época no había las redes que hay ahora. Casi todo se medía por el impacto en medios impresos y obviamente televisión, aunque nada más había dos televisoras. Nos llegaban reportes de cómo impactaban las noticias: muchísima competencia entre lo que hacía el candidato y lo que sucedía con el levantamiento del EZLN y lo que decía Camacho Solís. Eso incluso generó que el presidente Salinas declarara la famosa frase: no se hagan bolas, el candidato es Colosio.
Esta declaración ayudó porque nosotros que estábamos cerca del candidato, que íbamos de gira por todo el país, todos los días, y que cada día amanecíamos con noticias de ocho columnas de Camacho y del EZLN, por lo que podíamos notar como Colosio no se sentía igual de a gusto. Como sentía presión y estrés. Se le notaba hasta en la mirada. Lo veíamos dubitativo, pensativo, porque le generaba muchísimo ruido la situación del levantamiento y la interlocución de Camacho, quien nunca perdió la oportunidad, más bien la esperanza, de que lo sustituyeran por él.
—¿Consideras que esa cobertura se ordenaba desde Los Pinos?
—Esa cobertura que tenía Camacho no podía ser una orden del presidente. El presidente estaba con todo con Colosio. Tenían algunas diferencias a la hora de los discursos, pero él nunca tuvo ninguna duda con Colosio. Sin embargo, hay muchos grupos de poder que estaban alrededor de Salinas, para quienes su candidato era Camacho. Mucha parte de la oligarquía del viejo PRI —porque Salinas representaba un PRI no tan viejo— siempre tuvo como candidato a Camacho.
Encantador de serpientes
—Bueno, Camacho Solís tenía su propio grupo y fuerza también…
—Hay que admitir que Camacho era una persona carismática, una persona que tenía muy buen discurso y se sabía manejar muy bien con los medios. Nunca fue una persona difícil de acceder, mediáticamente hablando, a diferencia de Colosio. Colosio era una persona mucho más sencilla, más calculadora, más fría a la hora de tratar con un periodista. Camacho no: era un encantador de serpientes, por decirlo de alguna manera. Casi como Salinas.
—Más allá del ánimo de Colosio por la cobertura, ¿cómo recuerdas los actos de campaña?
—Había mucho ánimo. No recuerdo un acto que no haya sido multitudinario y desbordado. Incluso eso causaba cuestiones de inseguridad, porque se esperaban 10 mil personas y llegaban 20 mil. Tú puedes ver las fotos de aquella campaña y las podrías comparar con las de ahora del presidente Andrés Manuel López Obrador en su campaña. Muchísima gente, desbordado en todos y cada uno de los actos. No recuerdo uno que haya estado vacío o medio lleno.
Recuerdo algo importante: un día antes del 23 de marzo, en el acto de Mazatlán, el grupo del Estado Mayor que lo acompañaba, detectó un par de personas armadas dentro del acto. Casualmente eso fue un día antes del asesinato. No tengo forma de ligarlo, pero sí me acuerdo de que ahí hubo ruido, porque encontraron un par de personas armadas.
Decisión artera
Agustín Basave recuerda también el arranque de la campaña de su amigo. “De todo lo que se hablaba era del EZLN y de la negociación para la paz encabezada por Camacho, lo cual hoy, en retrospectiva, puedes decir que es natural porque era un acontecimiento muy importante, pero en ese momento a nosotros nos parecía que había consigna y que la consigna era que los medios dijeran que Colosio ya se estaba cayendo, que no tenía fuerza”.
“Yo lo acompañé a algunas giras de campaña —continúa—: Fui a Yucatán, Hidalgo, Nuevo León… en fin, a varios estados, y yo veía mítines multitudinarios, entusiastas, veía que caminábamos por la calle sin parafernalia, nada más para cruzar de un lado a otro, y la gente que iba pasando con sus automóviles tocaba el claxon y saludaba y le gritaban: “¡Colosio!”. Yo veía apoyo, pero al día siguiente el encabezado del periódico era: “Mitin desangelado de Colosio”, “Desairan a Colosio”, entonces, pues si estábamos en un momento de una enorme confusión, de mucha tensión, de mucho estrés”.
—¿Cómo ves a la distancia esos primeros tres meses de 1994?
—Creo que las sociedades de memoria corta son de transiciones largas y en ese caos de la mexicana se nos olvidaron muchas cosas muy rápidamente. Por eso nuestra transición democrática no ha acabado y está trunca, inconclusa, fracasada te diría: el hecho es que así, en ese ambiente de rispideces internas, de grillas afuera y adentro, de insidias mediáticas, en eso se pasaron los tres primeros meses de 1994.
Por su parte, Porfirio Muñoz Ledo define el crimen del candidato ocurrido el 23 de marzo como “una decisión artera para cambiar el destino de México, que solo la pudieron haber tomado aquellos dentro del poder que sintieron que Colosio iba demasiado lejos”.
Serie Los neoliberales/ Capítulo XV
Fin de primera temporada