Alfonso Durazo Montaño, actual secretario de Seguridad y antiguo secretario particular de Luis Donaldo Colosio, recuerda el viernes de 1993 en que su jefe le llamó para preguntarle lo que haría el fin de semana siguiente.
—Oye Alfonso, ¿qué vas a hacer el fin de semana?— preguntó.
—¿Qué voy a hacer? Trabajar, es lo que hacemos todos los fines de semana—respondió Durazo.
—Bueno, si sales, te pido que estés en comunicación, que estés atento.
—Okey.
Un par de días después, el domingo a las 6 de la mañana, Durazo recibió una nueva llamada de Colosio.
—Alfonso, nos vemos a las 8 en la oficina— ordenó.
Tras colgar, el secretario particular recibió otra llamada, ahora del Mayor Castillo, Jefe de Ayudantes del entonces secretario de Desarrollo Social.
—Dice el jefe que te vayas de traje— sentenció.
Eran los días en los que estaba por decidirse la nominación del candidato del PRI a la presidencia. Durazo sospechaba al respecto, pero no tenía claridad. Llegó a la oficina y se dispuso a esperar a su jefe, quien llegó a las 8 de la mañana en punto.
“Llega, me ve y entra a su oficina, después empieza a tocar un timbre que había para llamarme cuando fuera necesario. Lo toca, pero con mucha intensidad, casi con desesperación y yo entro de inmediato a su oficina y cuando abro la puerta, viene caminando hacia mí y me dice: ‘¡Ganamos, cabrón, ganamos cabrón!’, y me da un abrazo. Es ahí donde yo tengo la confirmación de que Luis Donaldo era el candidato”.
—¿Qué sucedió después?
—Empiezan a llegar los líderes de los sectores del PRI a darle su apoyo. Aquello era un mundo de gente queriendo saludar: el famoso besamanos, y en ese momento también se sabe que hay una indisposición de Manuel Camacho Solís a reconocer la candidatura de Luis Donaldo…
—¿Afectaba eso a Colosio?
—En estricto rigor debo decir que Manuel Camacho Solís no tenía un liderazgo nacional. Sí tenía apoyo en algunos sectores intelectuales, entre algunos periodistas, articulistas y editores, además de ciertos grupos aquí en Ciudad de México donde él era gobernante, pero no tenía un liderazgo nacional y, por supuesto, no tenía la cercanía con la base priista que recibió con euforia la candidatura de Luis Donaldo, simple y sencillamente porque era auténticamente uno de los suyos.
El candidato de Solidaridad
Otro de los colaboradores cercanos de Colosio era Mario Luis Fuentes, quien rememora el contexto bajo el cual Colosio obtuvo la nominación. “Hay que ubicar que estábamos en un gobierno en el que el presidente Salinas mantenía un control férreo. Una de las cosas que a mí me sorprende hoy que lo veo hacia atrás es que mientras nosotros estábamos organizando o apoyando la decisión de gente, dando apoyos a grupos que se manifestaban totalmente antipriistas, por otra parte, el presidente Salinas hacía una profunda transformación económica y neoliberal, privatizando, mientras que nosotros estábamos trabajando, por lo menos yo, sin una noción clara de que era una reforma del estado económico y por otra parte una reforma social a través de Solidaridad.
—¿Cómo recuerda el destape de Colosio?
—La alegría de cuando el 22 de noviembre del 93 sale el esperado anuncio, esperado por nosotros, de que Donaldo iba a ser el candidato, pues es que sentíamos que era el líder de nosotros, nuestro amigo, el que llegaba. Y aunque Donaldo venía del priismo, había tenido esta enorme capacidad de mantener los vasos comunicantes, las cercanías con todos.
Para nosotros no era el candidato del PRI: era el candidato de Solidaridad. Y bueno, viene este asunto que creo que estratégicamente deciden el presidente Salinas con Luis Donaldo —me imagino, ya que yo estaba muy lejos de esos niveles de decisión—, y nombran a Ernesto Zedillo, coordinador de campaña. Para mí no fue extraño, ya que yo había convivido bastante. Ahí sí había vivido esta relación entre ellos dos. Yo había visto cómo se llevaban Colosio y Zedillo, cómo se comunicaban, cómo tenían una relación de fraternidad, camaradería, hermandad real, por lo que para mí fue muy lógico.
—Y tú te integras como uno de sus subcoordinadores…
—Sí. A mí, siempre que había una gira me encargaba acercarle a un grupo que no era priista, pero que quería conocerlo y quería transmitirle una solicitud. Además de eso, siempre era el tema de buscar en el priismo estructurado que quería copar al candidato oficial, pues la hendidura de tiempo, el lugar para acercarle al grupo, al comité para que hablara con ellos.
Por su parte, Agustín Basave recuerda el mes del destape de Colosio con mucha alegría. “Todo mundo aplaude su candidatura: todos los grupos y los empresarios. Recibe muchos apoyos. No hubo inconformidades, salvo la de Manuel Camacho, pero digamos que, en la sociedad visible, en las élites, pues puros apoyos. Colosio empieza a brillar con luz propia y fue un mes muy exitoso, muy positivo para él, hasta que de repente el primer día de enero de 1994 cambia totalmente ese panorama y esa candidatura que iba viento en popa empieza a naufragar, a tener problemas, la gente empieza a cuestionar muchas cosas, luego la prensa… los medios ahí si jugaron un papel muy raro que yo nunca acerté a dilucidar porque pues la prensa entonces —y todavía— es controlada por el poder, por el gobierno.
Continuará
Los neoliberales/ Capítulo XIV