Política

Generación Z: carne de cañón

Sebastián Méndez desapareció el jueves 4 de septiembre de este año. La última noticia que se tuvo de él fue en la central camionera de Tlaquepaque, Jalisco. Ese día, después de las 8:30 a.m., se comunicó con su madre, Beatriz Uscanga, para decirle que había llegado con bien a esa plaza, después de haber viajado desde Querétaro.

Narra el periodista Darwin Franco que el joven recibió una oferta de empleo y que quienes querían contratarlo le pidieron que se trasladara a ese sitio. Gracias a que madre e hijo solían compartir ubicación mediante sus respectivos dispositivos, Beatriz se enteró de que el teléfono de Sebastián fue desconectado diez minutos después de que abandonara la central camionera.

Ese grupo vulnerable marchará hoy en varias ciudades, incluida CdMx, por la paz y la seguridad. Reuters
Ese grupo vulnerable marcharáhoy en varias ciudades, incluida CdMx, por la paz y la seguridad. Reuters

Desde entonces no ha vuelto a saber nada de él. Beatriz cree que su hijo de 18 años fue víctima de reclutamiento forzado. Desde hace dos meses ella dejó su residencia en Veracruz para convertirse en una madre buscadora, de entre las miles que hay en todo el país.

Elio Daimir Rodríguez desapareció el domingo 26 de octubre. Abandonó su casa familiar en Puerto Vallarta y desde entonces está extraviado. Sus padres afirman que días antes fue contactado, a través de las redes, para ofrecerle trabajo. Igual que Beatriz Uscanga, temen que en realidad haya sido enganchado por alguna organización criminal.

Yahel Antonio Rivera, un adolescente de 14 años, desapareció el domingo 19 de octubre en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. Aquel día, hacia las dos de la tarde, pidió permiso a su padre para visitar a un amigo, de nombre José Manuel, un año mayor que él. Tres horas después la madre intentó contactarlo, pero no tuvo suerte. Entonces, fue a buscarlo a la casa de su amigo y ahí se enteró de que ambos se habían esfumado.

La policía consiguió más tarde un video en el que se observa a los dos muchachos subiendo a una camioneta blanca. Cuatro días más tarde, sin ofrecer otra información, el padre de Yahel dijo que su hijo lo había contactado para asegurarle que estaba bien. Sin embargo, de José Antonio no se ha vuelto a tener noticia.

Jonathan Alberto Oliva Álvarez, un joven de 13 años, desapareció el lunes 13 de octubre, también en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga. Sus padres reportan que, hacia las siete de la tarde, salió a la tienda para adquirir un juego de video y ya no regresó.

Carlos Sebastián Arias Leal, de 15 años, desapareció el sábado 26 de abril en la colonia San Agustín, también del municipio de Tlajomulco de Zúñiga.

En fecha reciente fue subido a redes un video en el que este adolescente narra haber sido reclutado por Los Menchos, una célula criminal del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Las imágenes habrían sido grabadas por un grupo rival que supuestamente rescató a Carlos de las manos de sus secuestradores.

De ser veraz, este testimonio confirmaría que el CJNG está sumando masivamente a jóvenes y adolescentes, a través de las redes sociales, para entrenarlos en el uso de armas con el propósito de utilizarlos luego en diversos operativos criminales.

Carlos asegura en ese mismo video que, una vez dentro de la organización, las personas reclutadas viven prácticamente como prisioneros, sin paga, mal alimentados y obligados a cumplir con tareas peligrosas.

¿Cuántos testimonios más se necesitan para alertar sobre esta leva masiva de las organizaciones criminales enfocada en menores de edad?

Además de Sebastián, Elio Daimir, Yahel Antonio, José Manuel y Carlos habría cada año —según la organización Tejiendo Redes Infancia – entre 35 y 40 mil adolescentes y jóvenes devorados por la maquinaria criminal.

No es equivocado ligar este relato con el de Víctor Manuel Ubaldo Vidales, otro joven, en este caso de 17 años, quien habría sido el asesino material del ex presidente de Uruapan, Carlos Manzo.

De acuerdo con información divulgada por la fiscalía de Michoacán, después de ultimar al edil, este joven habría sido sometido por los policías municipales que cuidaban a la víctima. Sin embargo, una vez en custodia, uno de los captores les habría quitado la vida a balazos.

Este evento ha despertado sospechas fundadas. Es pertinente preguntarse si, al asesinarlo a sangre fría, el perpetrador no habría querido silenciar al joven para que no pudiera ser interrogado y delatara a quienes lo reclutaron para realizar tan ingrata tarea.

A lo anterior se suman las declaraciones de Grecia Quiroz, esposa de Carlos Manzo y quien ocupó su asiento como nueva presidenta municipal. Este jueves ella informó en conferencia de prensa que Víctor Vidales habría contado con al menos dos cómplices, uno de ellos un adolescente de 16 años.

No se conocen los nombres de los supuestos asociados, pero se sabe que, a principios de esta semana, sus cuerpos habrían aparecido en la carretera que va de Uruapan a Paracho.

¿Podrían Vidales y sus cómplices ser parte de este ejército de jóvenes reclutados por el CJNG como armas desechables para cometer las peores atrocidades? No hay manera de preguntarles, porque ellos también están muertos.

Se conoce como Generación Z a las personas nacidas durante los primeros quince años de este siglo. Son precisamente las y los jóvenes pertenecientes a esta generación quienes están siendo utilizados para integrar la primera línea de la violencia criminal.

Convocados a través de las redes sociales, generalmente a través de ofertas falsas de empleo, terminan prisioneros en campos de entrenamiento donde les enseñan a utilizar armamento y probablemente también les vuelven consumidores de drogas.

Una vez dentro de esta maquinaria infernal, estos menores se convierten en meros instrumentos de guerra, objetos prescindibles dispuestos para cumplir con aquellas misiones cuya peligrosidad sus mayores han preferido delegar.

En un principio se les reclutaba porque, dada su edad, en caso de ser capturados las sentencias que podían caer sobre ellos eran muy bajas y lejos de la cárcel.

Sin embargo, con el tiempo las cabezas criminales descubrieron en estos menores un recurso humano que cuesta muy poco, si es que alguna vez les pagan, que resulta fácil de manipular, que es obediente a la hora de recibir órdenes y que no reta el orden jerárquico de sus reclutadores.

Hoy marchará la llamada Generación Z por la paz y la seguridad. No vaya a ser que también, en el otro extremo, se utilice a estos jóvenes como carne de cañón de la polarización política. 


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Ricardo Raphael
  • Ricardo Raphael
  • Es columnista en el Milenio Diario, y otros medios nacionales e internacionales, Es autor, entre otros textos, de la novela Hijo de la Guerra, de los ensayos La institución ciudadana y Mirreynato, de la biografía periodística Los Socios de Elba Esther, de la crónica de viaje El Otro México y del manual de investigación Periodismo Urgente. / Escribe todos los lunes, jueves y sábado su columna Política zoom
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