Comunidad

Vulnerabilidad corporal

Durante un tiempo viví en un barrio en el que, al menos una vez a la semana, una persona que, por una condición física, vivía postrada boca abajo en una camilla salía de paseo con sus amigos. 

El solo hecho de estar presente ya era una forma de resistencia.

¿Puede la sola visibilidad de un cuerpo vulnerable convertirse en una crítica al poder?

Es común pensar el activismo como algo externo: discursos, teorías, argumentos.

Es menos común pensar que el cuerpo —mi forma de moverme, de expresarme, de ocupar espacios— ya dice algo. Que incluso en silencio, mi presencia podía incomodar o liberar.

La aparición pública del cuerpo vulnerable —dolido, disidente, enfermo, racializado, no normativo— interrumpe el ideal del cuerpo funcional y obediente que exige el sistema. Su sola presencia ya es un cuestionamiento ético y político.

En nuestra tradición occidental seguimos separando mente y cuerpo> Vamos del extremo de colocar el pensamiento como lo verdaderamente humano —dejando el cuerpo fuera del campo de la razón al lado completamente opuesto, el cuerpo “perfecto” por encima de todo.

El poder no solo se ejerce sobre el cuerpo, sino a través de él, cuando se disciplina, se regula, y se le convierte en herramienta para moldear otros cuerpos. 

Por eso, hay cuerpos que, por su sola existencia, ponen en evidencia la desigualdad estructural. Porque no encajan, y al no encajar, desnudan esas desigualdades.

Todos nuestros cuerpos son archivo y frontera. Llevan memorias, tensiones, aprendizajes. 

Y que no necesitan hacer nada heroico para ser parte del cambio. Solo hacerse visible —como soy, con lo que siento— ya es una crítica al mandato de invisibilidad.

Los sistemas de poder necesitan cuerpos normativos: jóvenes, útiles, silenciosos, delgados, dóciles. 

La visibilidad de un cuerpo que no responde a ese ideal —un cuerpo con enfermedad, con marca, con duelo, con historia— interrumpe ese mandato.

Estoy convencido de que hay que ocupar espacios sin pedir disculpas por romper el molde. 

Al mismo tiempo, tengo que luchar aún por no disimular mi llanto en público; frente a la cámara de las redes sociales tiendo a minimizar mi opinión por temor a parecer “demasiado”.

Todos los días me cuesta recordar la pregunta ¿cómo está mi cuerpo hoy? Porque lo que no se dice con palabras, el cuerpo siempre lo cuenta.

El desafío aquí es pasar de creer que el cuerpo debe adaptarse para no molestar a entender que dejarme ver —con todo lo que soy— ya es una forma de disidencia ética.

Mostrar la vulnerabilidad no es exhibicionismo. Mi vulnerabilidad no es debilidad… es parte de mi vida. 

Es decir: “mi forma de estar en el mundo también importa”, incluso cuando no se ajusta al molde.

Hay cuerpos que luchan sin levantar la voz. Están ahí. Se sostienen. Se niegan a desaparecer.


IG @davidperezglobal

Google news logo
Síguenos en
david pérez
  • david pérez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.