Política

Un abrazo en el mural

  • En la tormenta
  • Un abrazo en el mural
  • David Herrerías Guerra

Una de las mentes más lúcidas del PAN, Carlos Castillo Peraza, decía que en México teníamos la “cultura del mural”. Los mexicanos hemos crecido en la contemplación de imágenes plasmadas por los grandes muralistas en muros públicos y después reproducidas en los textos escolares, que escenificaban los hechos de nuestra historia en dos bandos irreconciliables: por un lado, los buenos, generalmente indígenas o representantes de las élites revolucionarias. En el otro, los conquistadores, la burguesía, o el clero (excluyendo solo a algunos frailes humanistas). Las licencias expresivas de los muralistas, frecuentemente subsidiados por el gobierno o por grandes capitalistas, mostraban a los personajes del lado abyecto del mural como seres feos, contrahechos, oscuros; los del lado noble, luminosos, aunque a veces sometidos.

Una visión maniquea de la historia que obligaba a escoger uno de los dos lados. Ese ha sido el sino de nuestro devenir nacional: Indígenas contra españoles; liberales contra conservadores; liberales, ahora conservadores, contra reaccionarios. En mi juventud nos llamaban a colocarnos “del lado correcto de la historia”.

Castillo Peraza se preocupaba por este antagonismo en los albores de la transición democrática, porque sentía que esa cultura política era un gran riesgo para la transformación que ya se anunciaba en los ochenta. Decía que la democracia no era la imposición de una mayoría sobre la minoría, sino la capacidad de dialogar para encontrar caminos comunes.

Desgraciadamente tenía razón. Esa forma de pensar maniquea pervive. Frente a una tragedia como la de un huracán devastador afloran reacciones solidarias, pero gran parte de los medios, políticos y ciudadanía, están más interesados en demostrar que el bando contrario está haciendo mal las cosas, que en atender verdaderamente a las víctimas. Durante el desastre circularon videos falsos “demostrando” que la ayuda se utilizaría con fines políticos, como uno de Sheinbaum entregando despensas con su logo (de unos meses atrás y en otro estado) y varios más con trucos parecidos. Del otro lado circularon otros que mostraban al gobierno repartiendo cosas… en otras catástrofes. Se podría hacer un recuento de los artículos de opinión sobre el tema y la mayoría se orienta a descalificar a los actores, y muy pocos a llamar a la solidaridad o, a ayudarnos a entender la situación.

El problema de esta comunicación politizada es que ocasionó que muchas personas dudaran en dar apoyo, “porque se los iban a quedar los soldados”. Sin restar importancia a la evaluación que podamos hacer de la reacción gubernamental, lo conducente en estos casos, es unirnos en una misión solidaria y, pasada la emergencia, hacer cuentas.

Si hubiera que afirmar que hay un lado correcto de la historia, este sería en medio del mural, en el encuentro y el diálogo, en un abrazo.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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