Se que tenemos muchos problemas más relevantes que atender, pero lo revelado en la semana creame bien vale la pena colocarlo en la mesa de discusión porque hoy no es de impacto, pero para como vamos, esto puede escalar en el mediano plazo de manera grave.
La reciente información dada por el sector salud de que poco más del 70% de la población en Hidalgo tiene sobrepeso u obesidad, más allá del dato estadístico, nos muestra una crisis social y económica que desnuda la cultura alimentaria que tenemos, llena de pobreza, desinformación y sobre todo de mercadotécnia.
Y es que lector mío, no es solo el sobrepeso, es el símbolo de una sociedad, la nuestra, atrapada en malos hábitos alimenticios promovidos desde la infancia. En nuestro estado como en buena parte del país, comer mal no es una elección, es una consecuencia. En los municipios más pobres, de los cuales tenemos varios, los alimentos ultraprocesados son más accesibles y baratos que los productos frescos.
Junto a lo anterior, la educación nutricional sigue ausente en las escuelas y los programas públicos se limitan (por bajo presupuesto) a campañas efímeras que apenas y rascan la punta del problema.
La obsesidad no solo merma la calidad de vida, sino que colapsa por igual un sistema de salud de por si ya sobre pasado; diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares se multiplican y se vuelven crónicas, drenando recursos públicos que bien podrían destinarse a prevención, pero que nada más no se puede.
Además está el impacto económico con baja productividad laboral por ausentismo, incapacidades y bajo rendimiento del trabajador, porque su salud esta deteriorada. Si queremos revertir esta tendencia, a nivel estatal y como parte de una estrategia bien pensada, debemos empezar a reconocer que la obesidad no solo es un asunto clínico, sino estructural.
Va a implicar fortalecer la educación alimentaria y regular sobretodo la publicidad de productos nocivos, de lo contrario, Hidalgo seguirá cargando con un peso que no se medirá más en kilos, sino en décadas de pérdidas de salud y por ende de desarrollo.