Una vez pactada -o forzada- la paz en el Medio Oriente, la medallita sin duda que hasta ahora es para Donald Trump quien habría presionado a ambos bandos, tanto a Hamás como a Israel para lograr el cese al fuego y la entrega recíproca de rehenes.
Primero vale revisar qué tipo de paz logró Trump. De acuerdo con teóricos como Galtung, lo que estamos por ver en Oriente Medio es una paz negativa, una calma que viene solo del cese del combate abierto y directo entre los bandos, Es una paz tan delgada que solo implica la ausencia de violencia, pero no necesariamente de la reparación de los daños, la renuncia a las posiciones adversas ni el retiro de los agravios.
Es o aparenta que será una paz imperfecta. No se ve que tengan los acuerdos para lograr la llamada paz positiva, que es aquella que se logra cuando, además de la ausencia de violencia y de confrontación abierta entre los bandos, se satisfacen las necesidades e intereses de todas las partes, se logran relaciones igualitarias y se consideran las diferencias como una fortaleza de la paz.
Este tipo de paz positiva, que es el ideal a alcanzar, no parece estar pactada o al menos no se conoce nada que apunte a ella en Medio Oriente. Si bien es cierto que el cese de las hostilidades es un gran paso, faltará que se trabaje en gestionar las diferencias para lograr condiciones que garanticen una paz duradera, que no se rompa a la menor provocación.
Ya con esta medallita imaginaria en el pecho ahora Trump tendrá más tiempo y animosidad para dedicarlos a otros temas relevantes para “hacer grande a Estados Unidos otra vez”.
Es muy previsible que la mira de la administración de Trump vuelva a estar en cuatro de sus prioridades políticas: frenar el conflicto Rusia-Ucrania, exhibir a los demócratas en su país, resolver la inestabilidad política de Venezuela y apretar a su incómodo vecino del sur del río Bravo.
El presidente estadounidense ha demostrado poder trabajar en varias pistas al mismo tiempo y con la misma intensidad, pero ahora tiene un gran asunto menos, que fue muy relevante, y al no tenerlo ya se permitirá enfocarse en nuevos “apretones” a quienes no se quien alinear a sus planes… y le quedan más de tres años de poder.