No se ha dejado de decir en la mañanera que en México no se persigue a nadie por sus ideas políticas, que el gobierno de la 4T no es autoritario y que en nuestro país hay total libertad de expresión.
Pero a la par de ese discurso diazordacista también desde el poder público y del morenismo se han emprendido acciones de corte dictatorial, como exhibir a líderes sociales y jóvenes convocantes de la pasada manifestación de la llamada Generación Z, con un ánimo persecutorio que ha incluido la difusión del rostro, nombre y hasta el Registro Federal de Causantes de uno de los activistas.
Si a esto no se le llama persecución política, entonces no hablamos castellano o la clase gobernante ha perdido todos los escrúpulos. Lo peor es que con base en la repetición de argumentos falsos y la alineación política patrocinada con el erario hay quienes defienden la represión a ciudadanos desarmados que se manifestaron el 15 de noviembre pasado en el Zócalo capitalino.
El “pecado” que le encuentran al joven Edson Andrade es haber ofrecido sus servicios profesionales a un partido político, como si eso le quitara la cualidad de ciudadano, de tener voz y de ejercer un activismo político digital.
Así esta marcha la hubiera convocado Alejandro “Alito” Moreno, Felipe Calderón o Guadalupe Acosta Naranjo no se debe exhibir desde el poder a ningún ciudadano por convocar a una manifestación con motivación política. Por años las hizo Andrés Manuel López Obrador como opositor y después como gobernante, y ahora las realiza hasta la presidenta para demostrar su supuesto apoyo social y músculo político y no por eso debemos saber sus datos personales y exhibirlos como dianas de prácticas de tiro.
El régimen actual, como el de 1968, cree tener la calidad moral para decidir quiénes sí son patriotas, quiénes sí tienen la razón y quienes sí pueden expresarse, pero también cree tener el poder de quitar la calidad de ciudadanos libres y pensantes a quienes no concuerdan con su ideología o no se alinean.
La cualidad de ciudadano no la asigna el gobierno ni la reparte como las becas y dádivas con las que compra voluntades.
Exijamos al poder tanto respeto a la vida privada como al activismo ciudadano pacífico.