Al escribir estas líneas no sabemos cuánta gente participará hoy en la protesta convocada por la llamada Generación Z y otros grupos en contra del gobierno de Claudia Sheinbaum por el asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, sin embargo, las medidas que está tomando el gobierno federal indican que esperan o una gran concurrencia o un gran ataque.
No recuerdo que Palacio Nacional permaneciera resguardado por vallas metálicas por tantos meses como ocurrió en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador y el actual parece que va por superar la marca. Y tampoco recuerdo que en los periodos de la protodemocracia mexicana ni en el de la democracia incipiente se condenara y se lanzara una campaña tan amplia y poderosa desde el estado en contra de los convocantes.
Si bien no es la primera vez que se usan, las vallas metálicas ya no bastaron para que el régimen “se proteja” puesto que ahora colocó muros metálicos altos creando una verdadera muralla alrededor de Palacio Nacional.
Tampoco recuerdo que desde el poder se anunciara que se podría investigar a los convocantes de una protesta social o política, y si se hacía no se anunciaba para amedrentarlos a los líderes ni a los posibles participantes. Al menos de 1990 a 2018 no recuerdo un hostigamiento tan fuerte del régimen en contra de ciudadanos críticos.
El tamaño de la muralla y la magnitud de la campaña desde el poder también puede interpretarse que el estado espera, sabe o prepara un desorden grave porque es previsible: en anteriores protestas ciudadanas se han infiltrado grupos de choque que causan destrozos, prenden fuego a mobiliario, rompen ventanales y cortinas de comercios y vandalizan edificios y monumentos con el fin de que la protesta legítima sea desacreditada y tildada como violenta y se le condene por parte de los propagandistas del estado.
Puede haber autoridades en desacuerdo con los convocantes, con la marcha, con los argumentos, pero eso no les da ningún derecho a vetar, a boicotear o condenar la protesta ciudadana y mucho menos con recursos públicos, esa manifestación callejera que tanto usaron los que ahora detentan el poder con rasgos autoritarios. Una marcha por Manzo, sin mansos.