Política

El tren: cuando Kevin Costner se viste de verde

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Todo gran proyecto de infraestructura descansa en las proyecciones de demanda del servicio, y esas proyecciones en todo el mundo y hace mucho tiempo comparten dos características: sobrecosto y subaforo. En 1975 se inauguró el aeropuerto de Montreal-Mirabel. En unos años recibiría, según el gobierno canadiense, 17 millones de pasajeros. En 1995 recibió menos de cuatro. En 2004 cerró a la aviación comercial. El sobrecosto del nuevo aeropuerto internacional de Denver que costó 5 mil millones de dólares, inaugurado en 1995, fue cercano a 200 por ciento y el tráfico de pasajeros en el primer año fue solo la mitad de lo proyectado. El túnel que comunica a Inglaterra con Francia tuvo un sobrecosto de 80 por ciento. La empresa responsable ha estado cerca de la quiebra varias veces en los años posteriores a su inauguración. Para su primer año de operación, 1995, se habían proyectado 15 millones de pasajeros. En 2018 vendió 11 millones de boletos. Los ejemplos sobran en el mundo.

El libro Megaprojects and Risk, an anatomy of ambition (Cambridge University Press) explica como pocos esta paradoja. 

He llamado a esto el síndrome Kevin Costner, por aquella famosa película El campo de los sueños, donde Costner dice “Constrúyelo, que vendrán”. Según los expertos, hay varios factores para que esto suceda: la metodología aplicada, el comportamiento discontinuo y factores complementarios, los cambios inesperados y factores exógenos, situaciones políticas y económicas inesperadas o falta de políticas complementarias. Lo escribí cuando nos dijeron que al NAIM vendrían decenas y decenas de millones de pasajeros, porque quedaría muy bonito, o cuando se anunció el AIFA.

Con el Tren Maya podríamos decir lo mismo, vaya usted a saber si en unos años el tren cumple con las proyecciones de pasajeros y provoca una nueva ruta turística y de habitantes muy utilizada.

La discusión pública de estos días está provocada por esta mala costumbre del Presidente de apurarlo todo e inaugurar lo no terminado.

Pienso que el problema es otro.

Yo no tengo problema con que los militares construyan; el cuerpo de ingenieros militares estadunidense es constructor de grandes obras de infraestructura, por ejemplo.

Pero lo que ha hecho el Presidente es otra cosa, los ha hecho empresarios. Administradores del tren, hoteles, aeropuertos…       

Ese es un riesgo que no tenían y no deberían tener las fuerzas militares. No están para depender que se cumpla un sueño.


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Carlos Puig
  • Carlos Puig
  • carlos.puig@milenio.com
  • Periodista. Milenio TV, Milenio Diario y digital, de lunes a viernes. Escucho asicomosuena.mx todo el tiempo.
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