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Faros intelectuales

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  • Carlos Iván Moreno Arellano

James Watson, premio Nobel en 1962 por su trabajo en el descubrimiento del ADN, es reconocido como una “institución” en bioquímica y en genética; también por sus reiteradas declaraciones y actitudes racistas, sexistas y antisemitas ¿Podría su incuestionable aporte a la ciencia justificar su comportamiento? No. En 2019 fue despojado de sus títulos honorarios.

Hace algunos días dos noticias volvieron a sacudir a la academia. Cinco reputadas investigadoras denunciaron al sociólogo Boaventura de Sousa Santos, ex director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, por acoso sexual y “extractivismo intelectual”. Las denuncias han sido respaldadas por 250 personalidades de la academia y la cultura. El Centro cesó al que en su momento fue faro intelectual para las izquierdas y ordenó una comisión independiente para investigarle.

Vicenç Navarro, también sociólogo, que labró su prestigio en la Universidad de Barcelona, la Pompeu Fabra y Johns Hopkins, fue denunciado, por su parte, por tratos despóticos, degradantes y de abuso de autoridad hacia su equipo de trabajo, principalmente mujeres que fueron sus becarias o asistentes. Las quejas contra el académico catalán han sido confirmadas públicamente por decenas de personas.

Como bien afirmó EL PAÍS en su editorial sobre ambos casos: “las denuncias expresan un bienvenido cambio en la valoración de las conductas profesionales de quienes merecen un alto respeto intelectual”. La presunción de inocencia es un principio sagrado en las sociedades democráticas y los señalados tienen todo el derecho a presentar pruebas en defensa, pero es evidente que existe una estructura que ha sido permisiva hacia personalidades con alto prestigio que, como en los casos mencionados, ejercen su autoridad intelectual de forma poco ética.

La academia debe reflexionar sobre los riesgos de encumbrar a figuras por su brillantez y contribución al mundo científico, dotándoles de un poder luego difícil de cuestionar y fiscalizar. Al igual que las sociedades, una academia es más sana cuanto más horizontal, abierta e igualitaria es. Se deben reconocer estos faros intelectuales, pero ello no supone una licencia de impunidad.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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