Recuerdo ese día como si fuera ayer. Creo que fue amor a primera vista, pues desde que lo vi me cautivó su sonrisa. Todo terminó. Me encuentro sumida en una profunda tristeza y, aunque me asaltan las dudas, pienso que todo pasa por algo. Creo que no tengo llenadera.
Ya terminé de estar.
Un lugar común es un tiempo –o un espacio– que, aunque concurrido, se encuentra vacío. Un lugar común es un lugar –o un momento– con una idea que, aunque todavía huela a nuevo, se encuentra llena de ceniza y humedad. Un lugar común es un atajo que no le pertenece a nadie y, al mismo tiempo, todos lo transitamos. Un lugar común es cómodo para quien lo visita e incómodo para quien lo escucha u observa. Un lugar común siempre está cerca y se expande y se contrae y forma parte de nosotros y formamos parte de él y nos manosea y lo manoseamos mientras lo gastamos y lo desgastamos.
Si un lugar común es lo opuesto a lo creativo, a lo original, al origen, entonces ese lugar se parece más a una fosa común que a una incubadora: un lugar común da la sensación de algo muerto y estático, que de manera irónica mantenemos vivo y en movimiento, alejado de la creación.
Tal vez no hay un lugar más común que señalar un lugar común. Y es que todo lugar común es un hilo negro, el redescubrimiento de lo evidente, la constatación del estereotipo y de lo normalizados que somos (¿o estamos?) en nuestro empleo del lenguaje.
Incluso los aparentes saltos al vacío del estilo son lugares comunes: todo aquel, toda aquella que se sitúa a la vanguardia de la escritura no está más que replicando un lugar común. Lo novedoso siempre será un disfraz, la máscara de lo excesivo, la botarga transparente que nos muestra a la emperatriz, es decir, a la lengua, desnuda, desvelada y descubierta.
No en vano la traducción de commonplace es vulgar. Y el vulgo, como lo define la RAE, es un conjunto de personas que en cada materia no conocen más que la parte superficial. Entonces, ¿será que los lugares comunes no tienen fondo? ¿Son tan planos que por ello nos resulta fácil deslizarnos? Planos y resbalosos, sin textura ni diseño, donde las mismas personas, en los mismos momentos, bajo las mismas circunstancias, los caminamos con tal de evitar tropezarnos con alguno de los obstáculos de la mente en blanco.
