Cultura

De relevos y obstáculos

  • El ornitorrinco
  • De relevos y obstáculos
  • Bárbara Hoyo

¿Qué sería de nosotras si nuestras bisabuelas, abuelas y madres no hubieran sido feministas? Sí: por feministas me refiero a alzar la voz y a exigir sus derechos; a pedir, casi como súplica, no ser violentadas. ¿Qué será de nuestras hijas, nietas y bisnietas si nosotras no asumimos que el feminismo es necesario? ¿Por qué el discurso de los Derechos Humanos se encuentra estancado entre papeles y políticas públicas? ¿Por qué, antes que encontrar una nación igualitaria, encontramos fosas llenas de cadáveres femeninos, casi siempre jóvenes? ¿Por qué todavía hay personas que se sienten ofendidas porque creen que sus privilegios están en riesgo?

Esta semana escribí la introducción de un texto sobre violencia política de género. Era necesario escribirla en un tono más tenue que el resto de la investigación, pues se tocaba un tema sensible y muy lastimado. Hablar de casos particulares de mujeres indígenas, por ejemplo, es hablar de un atentado que se suma al género y a los derechos humanos: la discriminación de nuestras raíces. Privar de seguridad y de libertad a cualquier mujer que se atreve a alzar la voz por su comunidad, es un acto que necesita ser visto. Ya.

Cuando le mandé a Ana, mi coordinadora, el borrador, me dijo que había suprimido un párrafo que decía que la visión de las mujeres era un complemento a nivel personal, profesional y político. Y me aclaró que no, que las mujeres no somos un complemento. En ese momento entré en razón: mi propio discurso también estaba lleno de polvo y polillas. Durante mucho tiempo me conté que el hombre era el ala izquierda y la mujer el ala derecha, me lo creí a tal grado que lo sugerí en un documento que hablaba sobre la violencia de género.

Ayer, Día Internacional de la Mujer, leí a muchas mujeres –y hombres– que ya no se quedan en la pregunta básica de si se trata de una celebración, una conmemoración o un recordatorio, desenredar y desmenuzar el discurso para notar, desde el lenguaje, que la distribución de roles quizá nunca fue pareja. Y que es tiempo –porque la civilización corre más aprisa que nuestra cultura, por lo menos en ese sentido– que aprendamos a vivir y a desarrollarnos de manera equitativa.

El concepto de feminismo, para mí, no es otra cosa que la lucha por conseguir que cada mujer elija con libertad hacer lo que quiera con ella misma y, por supuesto, otorgarle las mismas condiciones y derechos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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