En la primera secuencia de “Valor sentimental” del realizador noruego Joachim Trier vemos y escuchamos a un narrador hablar de una mansión como si fuera un personaje de un cuento escrito por una niña de sexto grado de primaria. Lo que describe es una construcción antigua de Oslo, una casa en el estilo arquitectónico Dragón, inspirado en la cultura vikinga con dragones y serpientes que decoraban naves y edificios. La elegante y exótica mansión con filos rojos y techos volados fue –y sigue siendo– el hogar de la familia Borg y el texto infantil la imagina como ligera cuando está vacía y pesada cuando está llena de personas y ruidos. Cuando el padre de la niña la abandona se siente más ligera, dice el texto. Pero se extraña el ruido que hacía el padre.
Este inicio original nos da la pista para interpretar los temas de la película que, al mismo tiempo de narrar la historia de las dos hermanas Nora y Agnes Borg que la habitan actualmente, también se nutre del pasado: De su madre que acaba de fallecer, de su padre, un realizador de cine sueco, que las ha abandonado cuando eran niñas y de los antepasados que han vivido y muerto en la mansión. Los sucesos de la familia y las cicatrices que han dejado las pérdidas y los abandonos, se integran al relato en el presente. *A través de secuencias descriptivas, momentos sugerentes, palabras y gestos expresados, silencios, sucesos y sentimientos callados para siempre*.
Joachim Trier y su coguionista Eskil Vogt son maestros en entretejer la descripción, los conflictos y el desarrollo de cada personaje para enfrentarlos entre sí y narrar una historia que los une sin olvidarse del objetivo, conflicto y destino de cada uno. En “Valor sentimental” la protagonista Nora (Renate Reinsve) se presenta a través de un ataque de pánico de escena antes de enfrentarse al público como actriz en un papel de la obra de teatro “La gaviota” de Antón Chejóv. Su carácter tímido e introvertido que parece ir en contra de su profesión de actriz le permite utilizar un estilo de actuación contenido sumamente exitoso en el escenario. El carácter de Agnes (Inga Ibsdotter), la hermana de Nora, es muy distinto. Como historiadora, esposa y madre, es extrovertida y sociable y se preocupa por la vulnerabilidad de Nora que no puede superar el resentimiento hacia su padre. Cuando Gustav Borg (el actor sueco Stellan Skrosgård) aparece en el sepelio de su madre, Agnes lo recibe con normalidad mientras que Nora lo ve con profundo resentimiento. Gustav, quien tiene 15 años sin filmar, trata de ganar la confianza de Nora con un guión que escribió para ella como protagonista. Indignada, Nora rechaza actuar en el filme de su padre. Ególatra y obsesionado por la culpa y el miedo a la vejez, Gustav encuentra en la actriz de Hollywood Rachel Kemp (Elle Fanning), un suplente para el papel de su hija.
Me doy cuenta que la formulación de la sinopsis del filme podría sugerir la trama de un melodrama digno de una telenovela o una película altamente dramática. El estilo de Trier, sin embargo, le da la vuelta al melodrama al construir una estructura de fragmentos, interrumpidos por “pausas” con la pantalla en negro y narrados a través de una puesta en escena centrada en mostrar tanto lo expresado con palabras y gestos como lo no dicho y reprimido. También el juego entre la anécdota, el tema del teatro y el “cine en el cine”, apoyan la construcción de un relato que no se queda en “narrar una historia”. La sensibilidad y destreza de Trier de mostrar la condición humana con personajes que transmiten traumas del pasado, objetivos y sueños perdidos, el miedo a envejecer y morir y la posibilidad de vencerlos, es magistral. La mansión que se describe al inicio, los panteones y escenarios de teatro que se ven a lo largo del filme, son testigos del paso del tiempo y de la vida, las tribulaciones y los dolores del humano.
