Pues el hackeo de Guacamaya se va tornando cada vez más oscuro para la causa de la 4T. Ya quedó muy atrás ese día en que el Presidente pidió que le pusieran una canción de Chicho Che en la mañanera para tratar de minimizar los efectos de las filtraciones.
Pero contrario a los propósitos de Andrés Manuel López Obrador, los documentos dados a conocer por el grupo de “hacktivistas” Guacamaya van tomando nuevas dimensiones que llevan al Presidente a apostarle a que su base dura de seguidores ya no lea las noticias.
Cada día se consiguen documentar nuevos hallazgos entre los seis terabytes de información que fueron obtenidos de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Así un día se publica que el ahora secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, cuando era gobernador de Tabasco entregó las labores de seguridad a una persona que es ligada a un cártel criminal nacido en Jalisco.
O las escapadas de la familia del Presidente a Houston, Texas, donde su hijo José Ramón vivía entonces en la Casa Gris, destapada en una investigación periodística y esos viajes eran bajo el resguardo del Ejército Mexicano, justo como era antes con el Estado Mayor Presidencial.
Además se desplazaban varios elementos castrenses para vigilar a la familia presidencial y se usaban recursos militares para las vacaciones de la esposa del Presidente.
También se publicó sobre las investigaciones que realizó la Sedena sobre la existencia de narcogobiernos en Jalisco, Morelos, Veracruz y Estado de México, todo esto producto de las filtraciones de Guacamaya.
¿Y la salud del Presidente? Pues ya en estos momentos eso resulta una anécdota, los pronósticos del líder de la 4T fueron que no trascenderían esas filtraciones, pero es todo lo contrario. No hay día que se publiquen nuevos temas de los documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional que investigan casos de corrupción, crimen organizado y sus implicaciones con el partido gobernante.
Y los medios que publican estas filtraciones no son solo Carlos Loret de Mola, Reforma o El Universal, son muchos más las empresas de comunicación que lo hacen, al igual que columnistas y esto no tiene visos de detenerse en un buen rato.
Ya veremos qué efectos deja esto, pero mientras tanto parece que no hay canción de Chico Che que pueda arreglar esta situación en Palacio Nacional.
Andrés Amievaandres.amieva@milenio.com