Muchos mexicanos genuinamente interesados en lo que pasa en el país se preparan para hacer sentir su voto, ya sea para castigar a los gobiernos que lo representan y buscar nuevas opciones, o bien de plano mantener una estabilidad que ofrecen quienes gobiernan en cualquier nivel, ya sea federal, estatal o municipal.
Para emitir su voto, lo único que tendrían que hacer es evaluar la situación en la que viven. Si tienen trabajo, si se sienten seguros en la calle o en su propio hogar, si cuentan con acceso a educación o a la salud. Son muchos factores a calificar y esos corresponden a los tres niveles de gobierno.
El ciudadano informado puede asignar las responsabilidades de a qué nivel de gobierno le toca según qué tema. Pero para la mayoría de la gente en cuestión de inseguridad agarra parejo. A final de cuentas el que sufre la violencia que se vive en el país es el ciudadano de a pie, al que le robaron su patrimonio, al que vive las pérdidas directamente poco le importa si es del fuero común o del fuero federal.
El asunto es que a la hora del voto es su oportunidad de mostrar su indignación por las condiciones que tiene que sobrellevar, a pesar de que el Estado está obligado a proporcionarle seguridad, algo que a todas luces no puede garantizar en gran parte del territorio nacional.
Las políticas públicas federales de atacar el origen de la violencia pueden tener repercusiones en algunos años. Según números del gobierno federal baja la incidencia de algunos delitos como el homicidio, mientras tanto los ciudadanos tienen que presenciar cómo este sexenio es el que más asesinatos acumula, superando a los de Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto. ¿O quieren que nos esperamos a que esto mejore?
Es justo afirmar que ninguna de las precandidatas a la Presidencia para el 2 de junio de 2024 posee una varita mágica que resuelva todos los pendientes que existen en la labor gubernamental, por supuesto, eso se entiende. Pero lo que sí reclaman los mexicanos es que se tomen decisiones y cambie la manera en la que se aborda el tema de la inseguridad en el país.
Tenemos que exigir que los próximos gobiernos, por lo menos se monten en una ruta de combate a los criminales, que sientan el peso del Estado. No hablamos de balazos y olvidarnos por completo de los abrazos, pero sí dejar a un lado las complacencias y las ocurrencias. De nada sirve reunirse a las 6:00 de la mañana si no se va a combatir la inseguridad.