Política

El atentado contra García Harfuch

Yo, como muchos, viví el horror del atentado en contra de Omar García Harfuch y lo viví gracias a las pésimas coberturas de nuestros canales de noticias.

No me cabe en la cabeza la irresponsabilidad de la mayoría de esas señales, de la mayoría de esos comunicadores. ¡Hasta parece que lo hicieron a propósito!

Se lo voy a decir tal cuál: antes del viernes, ¿usted sabía quién era Omar García Harfuch? ¿Lo conocía? ¿Le interesaba?

Ya desde ahí, malo el cuento. No, pero espérese, se pone peor. En muchos canales, todavía no se entendía lo que estaba pasando y ya estaban sacando conclusiones.

Que si el gobierno de AMLO se iba a venir abajo, que si la Cuarta Transformación era una porquería.

¿No se dieron cuenta de lo que estaban haciendo o lo hicieron porque genuinamente querían aprovechar el momento para joder?

Hasta donde yo me quedé, en la ley dice que los medios no pueden ni sembrar el pánico ni convocar a la desobediencia civil y no sé usted, pero desde que comenzó la cuarentena, esto parece un concurso de todo lo contrario.

De nada sirvieron tantísimas experiencias previas como la guerra en contra del narco, como el impacto de la influenza AH1N1 o como el accidente en el que murió Juan Camilo Mouriño.

¡Por eso las audiencias están desapareciendo! ¡Por eso ya casi nadie cree en la televisión!

Se necesita ser muy insensible para repetir cada cinco minutos la misma toma y decir el mismo comentario siniestro cuando millones de mexicanos llevan meses encerrados y en la ruina.

Se necesita estar muy mal de la cabeza para subir, sin reflexionar, todos esos videos de balazos grabados por los vecinos de la zona del atentado.

¿Alguien se puso a pensar en el impacto de esas imágenes en los niños que a esa hora estaban mirando la tele?

¿A alguien se le ocurrió pensar en lo que sintieron los televidentes de otras regiones del país, donde a diario hay balazos, cuando les mostraron aquello como el gran escándalo del universo?

Es odio. Es ignorancia. Es perversión. Se vea por donde se vea, el viernes fue un día muy triste para la historia de la comunicación mexicana.

Cuando el crimen organizado hace algo, los medios tienen que enchufar el cerebro antes que las cámaras porque lo que esos señores quieren es publicidad, mandar mensajes.

El 26 de junio, los responsables del atentado en contra de Omar García Harfuch no sólo se salieron con la suya, tuvieron maratón gratis.

Por si esto no fuera suficiente, los enemigos de AMLO, también. No había manera de mirar aquello y de no echar a volar la imaginación.

Casi todo el mundo le hizo propaganda simultánea al crimen organizado y a la derecha. ¡Juntaron lo que en otros tiempos hubiera sido inimaginable! ¿Sí entiende lo delicado de esto?

¿Por qué casi nadie se fijó en el admirable manejo de crisis de Claudia Sheinbaum?

¿Por qué casi nadie puso el acento en que, a las pocas horas de esta historia, ya se había llegado a la captura del supuesto autor intelectual?

Si hubiera sido el alcalde de una ciudad extranjera como Nueva York, hasta elogios le hubieran llovido a la doctora.

Como es México, la 4T y una mujer, vamos a hablar mal, a enfurecer todavía más a la gente.

Qué vergüenza, de veras, lo que está sucediendo aquí. ¿O usted qué opina?


alvaro.cueva@milenio.com


Google news logo
Síguenos en
Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • alvaromilenio5@gmail.com
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.