Política

En busca de la pareja perfecta

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • En busca de la pareja perfecta
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Básicamente consultamos a la tarotista por problemas con la pareja, porque tenemos, porque no tenemos, o porque tenemos y creemos que estamos a punto de perderla, o por problemas de trabajo, porque tenemos, porque no tenemos o porque tenemos y creemos que estamos a punto de perderlo.

Claro, también habrá consultas menores sobre viajes, enfermedades o problemas con la familia y los que se les puedan ocurrir, pero al fin y al cabo todos terminan en cuestiones amorosas o económicas, como bien lo podemos pensar con el marxismo, si de salud mental hablamos.

A los terapeutas psi quizá les pasa lo mismo, la gente en mayor o menor medida los busca porque tienen problemas amorosos, en el amplio abanico de posibilidades: parejas, familia, amigos, relaciones “laborales”. Los vínculos libidinales son un dolor de cabeza para todos, estemos o no en terapia.

Ahora bien, en la consulta es muy frecuente escuchar que -a decir de los pacientes- el problema del amor radica en la elección de la pareja. Han escogido a personas que no son responsables, afectivamente hablando o económicamente también, eligieron a parejas que son frías emocionalmente, incapaces de mostrar un poco de cariño y compasión, optaron por aquella mujer u hombre que al inicio de la relación les vendió el paraíso pero que en el transcurso de los días transitó hacia el purgatorio y están entrando al infierno, o golpeadores, borrachos, adictos, promiscuos.

Pero el problema es justamente la incompatibilidad de amor y elección. Me decía en una ocasión un paciente: “bueno, al final del día cada uno es libre de elegir a quien amar”. Nada más alejado de la realidad. Amar es como escribió Julio Cortázar, un arrebato, un rayo que te cae mientras estás plácidamente sentado en el jardín.

No hay elección, es un tren que nos avasalla, aunque creamos que no estamos en sus vías.

Y cuando hablamos de elección nos imaginamos que se trata de un proceso netamente racional. Contamos con cierta cantidad de información, la suficiente como para tomar una decisión, la cual pasa por el discernimiento. Evaluamos factores a favor y factores en contra. Lo sometemos a verificación y una vez pasados todos los exámenes a los que haya lugar, entonces sí que elegimos, libremente, decimos ingenuamente.

No, la mayoría de las veces, por no decir que todas para que las conciencias del raciocinio no se sientan ofendidas, las elecciones se realizan por medio de factores inconscientes, que sabemos que existen, pero no sabemos por qué existen ni para qué existen. Al tratarse de elementos inconscientes podemos decir que vienen de otros, que no somos sus dueños tanto como somos sus vehículos. Luego entonces podemos asegurar que otro decide por nosotros.

Antes “elegíamos” pareja con base en lo que creíamos que la madre, el padre, los amigos, los conocidos, podrían aceptar. Y aunque esta afirmación puede por si sola parecer muy simplista, la trampa está en lo que “creíamos”. Ahí, en la creencia se anidan un sinfín de fantasías por cumplir, de las que no alcanzamos a comprender, ni siquiera a dar cuenta.

Ahora quien elige por nosotros es un algoritmo, ese que los pretensiosos nos quieren obligar a llamarle su majestad la Inteligencia Artificial. Este algoritmo, con base en lo que escucha y lee sobre “nosotros”, nos hace sugerencias de potenciales parejas con mayores o menores calificaciones. Y ya con el menú puesto en el dispositivo móvil, tenemos que “elegir libremente”.

En medio de este dilema, la buena noticia es que el amor nos elige. La mala es que queremos elegir a la pareja perfecta.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.