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  • Entre la fe y la guerra: los sinaloenses vuelven a pedirle paz a San Judas Tadeo

  • A un año de una de las etapas más violentas de la guerra criminal en Sinaloa, miles de personas acudieron a los templos y santuarios dedicados a San Judas Tadeo para pedir el milagro más urgente: la paz.
Miles de devotos se congregaron este 28 de octubre para ofrecerle ofrenda a San Judas Tadeo. | Foto: Especial

La imagen de San Judas Tadeo se alza imponente en medio de las montañas. Son 28 metros de resina epóxica y devoción, una figura que domina el horizonte de Badiraguato y que este 28 de octubre volvió a reunir a cientos de creyentes

Llegaron desde Culiacán, Durango, Sonora, Coahuila y hasta Mazatlán, movidos por una fe que, dicen, no se quiebra ni con el miedo.

Aunque en la cabecera municipal donde se encuentra la monumental figura del santo hay condiciones para celebrar, en la zona serrana la realidad es distinta. 

En las últimas semanas, los ataques con drones y enfrentamientos armados han alterado la vida de las comunidades, provocando desplazamientos y temor.

La sierra sitiada

El propio gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, reconoció este martes 28 de octubre que en la zona serrana de Badiraguato se han registrado ataques con drones, un hecho inédito en la historia reciente del estado.

"Ahí ha habido (ataques con drones) y por eso se nos dio un fenómeno repentino de desplazamiento y lo hemos estado atendiendo en Badiraguato y aquí. Tenemos un registro tanto de los que están allá como de los que llegaron acá. 
"Ya ha sido atendido, hay un operativo allá, se han decomisado muchos drones, sin en efecto, y la gente le tenía miedo al dron", declaró el mandatario durante su encuentro con medios.

Los ataques —explicó— provocaron la salida de varias familias de la sierra, que hoy se refugian en comunidades más seguras o en la propia cabecera. 

Rocha Moya
Rubén Rocha Moya señaló que ya se mantienen operativos en la región. (Foto: Cuartoscuro)

Autoridades estatales y federales, entre ellas la Secretaría de la Defensa Nacional, mantienen presencia en la sierra para intentar restablecer la calma; sin embargo, para muchos badiraguatenses, la paz no llega con los soldados, sino con la fe.

Fe que resiste

En el pueblo, entre rezos, veladoras y promesas, la devoción a San Judas Tadeo se vive como un acto de resistencia.

Los creyentes dicen que venir al santuario es una forma de demostrar que no tienen miedo.

"Van tres veces que vengo —dice un devoto—, pero ahorita sí, ya ve que está la delincuencia a todo lo que da, el negocio y varias cosas están complicadas, pero aquí estamos".

—¿Qué lo motivó a venir?—

"La ayuda que me ha brindado en estos días, sobresalir en los problemas que hay en el puerto, porque soy de Mazatlán, y pues me impulsa a salir adelante".

Para muchos como él, cada paso hacia el monumento, cada vela encendida y cada súplica representan algo más que un rito religioso: son una declaración de esperanza en un estado donde la violencia dejó de ser noticia para convertirse en costumbre.

San Judas Tadeo
Para los creyentes, asistir al santuario es demostrar que no tienen miedo. | Foto: Especial

La violencia no se detiene

La fe convive con la violencia. Apenas un día antes de la festividad, el 27 de octubre, un artefacto explosivo improvisado fue arrojado contra un expendio de cerveza en la colonia Ampliación Urías II, en el puerto de Mazatlán. 

La detonación dejó dos personas heridas, una de ellas, José Antonio 'N', de 52 años, murió horas después debido a una grave lesión en el abdomen y la pierna derecha.

Vecinos relataron que el ataque ocurrió alrededor de las 20:00 horas. Escucharon una fuerte explosión y, al salir, encontraron el negocio en llamas. De acuerdo con los primeros reportes, los agresores arrojaron una mochila que contenía un explosivo de fabricación casera.

El hecho forma parte de una cadena de agresiones ocurridas este año, en medio de una guerra criminal que ha dejado más de dos mil muertos en Sinaloa, según registros periodísticos y cifras oficiales.

Pedir el milagro de la paz

En Culiacán, la historia es la misma, pero la escena cambia. Desde temprano, las calles que rodean el templo de San Judas Tadeo se llenaron de fieles que llevaron flores, imágenes y veladoras. Muchos acudieron en silencio; otros lo hicieron con lágrimas o con el rostro marcado por la preocupación.

"Lo que siempre pedimos es mucha paz —dice Jahanny Zabala, devota del santo—, que vuelva otra vez un poco más la normalidad, sentirnos seguros y sentirnos más tranquilos en las calles, y que regrese una paz nueva, porque es lo que tenemos que hacer: cambiar".

La voz de Jahanny se confunde entre los cantos y el aroma a incienso. Afuera, una fila de personas espera para tocar la imagen del santo. 

San Judas Tadeo
Los fieles llevaron flores y veladoras al santuario. | Foto: Especial

Dentro del templo, el sacerdote recuerda que San Judas representa la fe en lo imposible, y en Sinaloa —dice— eso significa seguir creyendo en la paz.

Mayra, otra creyente, confiesa que llega cada año con la misma petición: "Si pudiera pedirle un deseo, una petición para Culiacán, sería la paz, y que ya se acabara todo esto que hay. Yo creo que todos venimos por lo mismo".
Y agrega, con una sonrisa leve: "Le tenemos mucha fe, nos ha salvado de cosas (...) pues bien, bendecidos por él".

Religión y refugio

La figura de San Judas Tadeo se ha vuelto un símbolo transversal en Sinaloa: une a barrios populares, trabajadores del campo, policías, jóvenes y madres que han perdido hijos. 

En los templos se pueden ver tatuajes con su rostro, medallas colgando de los espejos de los carros, y hasta altares improvisados en esquinas donde antes hubo enfrentamientos.

Para los sinaloenses, su imagen representa protección y compañía en medio de la incertidumbre

"Ya sea a San Judas, a Malverde o a otros santos, los sinaloenses piden paz en medio de la guerra".
"La fe es lo único que no nos han arrebatado", expresa una mujer con su hijo en brazos antes de entrar al templo. 

Su esposo está desaparecido y han trascurrido varias semanas sin noticias de su paradero.

En el sur del estado, concretamente en Mazatlán, Brenda Valenzuela también le pide un milagro a San Judas para que le regrese sano y salvo a su hijo de 21 años Carlos Emilio Galván, quien a principios de octubre acudió al puerto de Mazatlán a celebrar su cumpleaños y desapareció en un conocido bar. Como éste son varios los casos y la lista de peticiones crece.

Las peregrinaciones de este año fueron masivas. En Badiraguato, cientos subieron las escalinatas del monumento de rodillas como manda, y otros recorrieron kilómetros a pie desde pueblos vecinos.

San Judas Tadeo
En Badiraguato, algunos devotos subieron al monumento de rodillas. | Foto: Especial

En Culiacán, las misas se multiplicaron desde el amanecer, y los altares callejeros se encendieron con miles de veladoras.

En medio de la crisis de seguridad, el fervor popular se convirtió en un punto de encuentro. Familias enteras, jóvenes tatuados, adultos mayores y niños compartieron el mismo espacio, pidiendo lo mismo: que el miedo no se vuelva norma, que la sangre deje de correr.

Una devoción que no se rinde

Mientras el gobierno despliega operativos y la violencia no cesa, las plegarias se elevan entre montañas, calles y templos. En Badiraguato, los devotos levantan la vista hacia el coloso de 28 metros; en Culiacán, los fieles se arrodillan frente a pequeñas imágenes. Pero todos, desde su lugar, repiten la misma súplica: paz.

El contraste entre la fe y la guerra define la vida cotidiana en Sinaloa. Las oraciones se mezclan con el sonido lejano de las patrullas y los rezos se interrumpen por los rumores de lo que pudiera estar ocurriendo en la ciudad.

A pesar de todo, cada 28 de octubre el pueblo vuelve a reunirse, como si al hacerlo le recordara al cielo que no ha renunciado.

"Muchos temen —dice un devoto mientras sostiene su veladora—, pero otros seguimos creyendo que la paz aún es posible".

La escena final es la misma en todo el estado: velas encendidas, rostros cansados, manos alzadas y un silencio que parece oración. En el fondo, una frase se repite entre la multitud: "San Judas, danos paz".

Y aunque las montañas sigan siendo escenario de guerra y las ciudades continúen marcadas por la violencia, hay algo que no ha podido ser desplazado: la fe.

ksh

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Manuel Aceves
  • Manuel Aceves
  • Corresponsal en Sinaloa. Egresado de la Universidad Autónoma de Occidente. Más de 15 años narrando la realidad de Sinaloa. Especializado en temas sociales y de seguridad; ha documentado desde el dolor de las víctimas hasta los entresijos del poder. Cree en el periodismo como trinchera, oficio y destino.
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