La sala del Teatro Principal estaba llena de energía y expectativa. Entre estudiantes, algunas personas de la comunidad sorda y público diverso, Gaële Boghossian, directora de la compañía teatral francesa Collectif 8, tomó la palabra para compartir sus reflexiones sobre el espectáculo que presenta basado en la novela 1984, de George Orwell, su proceso creativo y los desafíos que trae consigo la realidad digital y social contemporánea.
En una propuesta del Festival Internacional Cervantino de acercar al público con los creadores internacionales, se organizó un cálido y emotivo diálogo que dejó una huella en quienes tuvieron la fortuna de escuchar las reflexiones de la reconocida directora, entre el cambio de luces en el escenario y la colocación de la escenografía.

En una sesión abierta, el público escuchó atento a Boghossian, quien se comunicó en español. Subrayó que la adaptación de 1984 resulta muy actual, a pesar del tiempo.
La novela refleja temores que hoy son reales y palpables, y puso como ejemplo que durante la pandemia el crecimiento del uso de teléfonos inteligentes y las redes sociales hizo que la vigilancia y el control sobre la información fueran más evidentes: “Sentí que 1984 hablaba exactamente sobre esa pérdida de privacidad, de memoria colectiva y de manipulación de verdades”.
Explicó que es una obra que sigue resonando décadas después de la publicación de la novela de Orwell. Es una estremecedora exploración de un mundo donde la vigilancia absoluta, la manipulación de la verdad y la pérdida de la libertad individual dominan cada aspecto de la vida.

La puesta en escena sumerge al espectador en una sociedad donde el poder controla los actos, los pensamientos y las emociones de las personas a través de una tecnología invasiva y un régimen totalitario implacable.
“Lo fascinante y aterrador de 1984 es su capacidad para reflejar, con una claridad brutal, los miedos y desafíos contemporáneos, especialmente en tiempos donde la privacidad se vulnera continuamente y la información se convierte en un arma. La obra no solo presenta una historia de opresión, sino que invita a cuestionar la realidad, a despertar la conciencia y a imaginar la resistencia posible ante sistemas que quieren deshumanizarnos”, dijo Boghossian.
Sin redes sociales
La directora comentó que el uso de los celulares es un tema que genera muchas discusiones hoy día. Relató cómo ella misma tomó la decisión de alejarse de las redes sociales: “Me ha asustado mucho, así que he quitado todas las aplicaciones porque me di cuenta de que estaba atrapada en una droga, una locura alrededor”.
Esta confesión causó murmullo y empatía en la audiencia, que comprendía la lucha cotidiana contra la sobreexposición digital.
Boghossian reconoció la complejidad del tema para los jóvenes, especialmente porque tiene una hija de 13 años de edad. “Es muy complicado porque si no le das el celular, se va a alejar de sus amigos, pero tienes que tener vigilancia. No se trata solo de prohibir, sino de compartir y dialogar, comparto muchas cosas interesantes con ella al explicarle los peligros. Hemos visto películas para que entienda lo que pasa”.
El ambiente se tornó más íntimo cuando habló del confinamiento por la pandemia y cómo ese fenómeno global impactó tanto su obra como la vida del equipo. Se emocionó al recordar: “El viernes 13 de marzo dejamos todo en el teatro, justo antes del confinamiento. La realidad nos golpeó fuerte y nuestra obra se convirtió en un espejo del presente, no solo del pasado o del futuro.

Esas palabras resonaron con fuerza, pues jóvenes y adultos parecían conectarse con la tensión vivida en esos días inéditos.
A partir de allí, la charla tomó un giro hacia el poder transformador del teatro. “El espectáculo es un diálogo entre el arte y la vida, y con cada función el público cambia y nosotros también”.
Contó que tras cada presentación en esa época, muchos espectadores volvían y le preguntaban si había cambiado algo en el texto, ella respondía: “No he cambiado nada, pero tú has cambiado”. Esta idea capturó la esencia de la creación artística como experiencia viva y continua.
Pero el tema no sólo fue la obra que se montará este martes y miércoles en el Teatro Principal, sino el proceso profundo y sensible tras bambalinas. La directora expuso su manera de conectar con el texto: “Confío en mi instinto. Cuando leo, mi mente imagina cada palabra, cada frase y siento la emoción”.
Describir cómo selecciona qué mostrar y qué modificar para volver a leer y confirmar la misma emoción, es adentrarse en su mundo interior donde el teatro no es solo trabajo intelectual, sino cuerpo y alma.
Gaële Boghossian habló también de las diferencias entre Francia y México, particularmente en la relación del público con la obra: “Aquí en México el público es más emocionado, más expresivo, mientras que en Francia es más intelectual”.
La comparación surgió de un profundo respeto hacia la cultura de cada lugar y un reconocimiento del vínculo especial que se crea a través del arte.
Compromiso con el arte
La directora no ocultó su admiración por la fuerza humana que ha encontrado en México: “He visto que aquí hay un alma política, una humanidad muy fuerte”. Dijo que esta sensibilidad alimenta el espectáculo y lo enriquece con un espíritu que hace posible que la obra siga viva y transformadora.
En un momento de gran sinceridad, admitió los miedos y las dificultades que enfrenta, especialmente al estar en contacto con grandes grupos y manifestaciones: “Siempre he tenido miedo de estar con mucha gente porque no sé lo que piensa cada persona, pero el teatro me ha permitido hablar de política y sociedad a mi manera”.
A través de estas palabras, la audiencia comprendió su valentía y compromiso con un arte que busca cambiar realidades.
La jornada cerró con un llamado inspirador a los jóvenes. Les instó a ser partícipes activos en la sociedad: “Si alguien joven que está aquí decide iniciar un proyecto, un movimiento para resolver los problemas, habré ganado, debido a que esa puede ser la solución para mañana”.
La charla fue un puente entre mundos: entre sordos y oyentes, generaciones, culturas y realidades digitales y humanas. Fue la voz de alguien que no solo crea teatro, sino que vive y siente la urgencia de conectar con la gente, enseñar y aprender. Quedó claro que para ella la obra no es solo un espectáculo, sino un encuentro lleno de emoción, conciencia y humanidad, un espacio donde todos realmente pueden transformar el mundo.
La compañía se presentará en el Teatro Principal este martes y miércoles a las 18:00 horas.