El 23 de octubre, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) presentó los resultados de la maś reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), un ejercicio que recaba la percepción de la ciudadanía en esta materia tomando como referencia a 91 ciudades del país.
Además de los datos sobre las áreas urbanas que se consideran más inseguras o los espacios en los que la población suele sentirse más vulnerable, la ENSU reveló detalles sobre la proporción de conflictos registrados en distintos contextos, según el sexo de las personas involucradas.
Por ejemplo, la ENSU estableció que las personas participantes en enfrentamientos con autoridades de seguridad pública fueron mayoritariamente hombres, mientras que en los conflictos vecinales hubo un involucramiento ligeramente mayor de mujeres.
Para entender qué factores podrían explicar estas diferencias, MILENIO conversó con Alejandra Buggs Lomelí, psicóloga clínica que desde hace tres décadas incorpora la perspectiva de género en los procesos terapéuticos.
¿Qué es la interseccionalidad y por qué es importante para este tema?
Desde el inicio de la conversación, la especialista resaltó la necesidad de analizar esta situación teniendo en cuenta la interseccionalidad, un concepto acuñado por la académica y abogada Kimberlé Crenshaw.
Este término plantea que las experiencias de las personas son comprensibles sólo si se toman en cuenta las diferentes formas de desigualdad y discriminación que las atraviesan, las cuales se pueden derivar de su género, clase, etnia y orientación sexual, por mencionar sólo algunas categorías.
Durante una conferencia ofrecida en la Escuela de Leyes de Columbia en 2017, Crenshaw refirió que esta perspectiva "permite ver dónde surge el poder y dónde colisiona, dónde se entrelaza y se cruza".
En entrevista con MILENIO, Buggs Lomelí señaló que este "cruce de sistemas de opresión" puede influir en el comportamiento de las personas, ya que las reacciones ante determinados escenarios estarán determinadas por aspectos como la cultura, la educación, la edad e incluso la estatura.
Las diferencias entre los comportamientos conflictivos de hombres y mujeres
Los datos presentados por el Inegi advierten que 12.6 por ciento de las mujeres encuestadas tuvo algún conflicto relacionado con basura tirada o quemada por vecinos, mientras que en el caso de los hombres fue de 11.7 por ciento.
Otros escenarios de conflicto en los que la participación de mujeres fue mayor que la de hombres, aunque con una ligera diferencia, fueron disputas con familiares, incumplimiento en cuotas vecinales y problemas relacionados con animales domésticos.
Por otro lado, el rubro en el que la participación de hombres duplicó el porcentaje de mujeres involucradas fue el de problemas con autoridades relacionadas con la seguridad pública. Los conflictos ligados a trámites y funcionarios, así como enfrentamientos en el transporte público y privado presentaron la misma tendencia.
	En consideración de la especialista, esta diferencia puede explicarse por un fenómeno que nuestra sociedad sigue arrastrando: la presencia desigual de hombres y mujeres en las esferas pública y privada.
Los conflictos con una mayor participación de mujeres registrados en la ENSU corresponden a entornos domésticos. "Dado que son más las mujeres que se quedan en casa, generalmente serán quienes vivan estas experiencias", apuntó Buggs Lomelí.
"Los hombres a lo largo de la historia han estado más destinados al espacio público, tienen más 'permiso' de expresar sus enojos en un conflicto en estos escenarios", refirió la psicóloga.
Esta ocupación desigual del espacio público, ligada al amplio historial de violencia que carga nuestro país, también permitiría entender por qué es mayor la proporción de mujeres que se sienten inseguras en espacios como cajeros automáticos, el transporte, la calle, bancos, parques y carreteras.
El rasgo instintivo en los confrontamientos de hombres con autoridades
Al ser cuestionada sobre los posibles motivos por los cuales la cantidad de hombres que se involucran en enfrentamientos con autoridades (6.1 por ciento) fue tan superior a la de mujeres en la misma situación (2.9 por ciento), la especialista planteó la percepción de vulnerabilidad como un factor clave.
"Se ha visto que muchas autoridades ejercen su poder de manera arbitraria y las mujeres nos podemos sentir más vulnerables y expuestas en una situación de conflicto, entonces lo que se hace generalmente es callar. Aunque hay mujeres que han podido acceder a otro tipo de educación e información y conocen sus derechos, es menos común que confronten a una persona de autoridad", señaló Buggs Lomelí.
Por otro lado, es frecuente que los hombres, al estar en un escenario conflictivo con servidores públicos de su mismo sexo, no los perciban como autoridades, sino como pares.
"Los hombres, como civiles, ven a los servidores públicos como sus pares, independientemente de la figura de autoridad que representen. Es algo muy instintivo y territorial, porque se percibe que el conflicto con las autoridades invade su espacio personal", explicó.
¿Por qué es importante integrar la perspectiva de género en la terapia psicológica?
Como fundadora y presidenta del Centro de Salud Mental y Género, Alejandra Buggs considera como algo fundamental la incorporación de la perspectiva de género en la psicoterapia, ya que permite cuestionar y desarticular los "mandatos de género" que imponen expectativas de comportamiento a hombres y mujeres.
"Está mal visto que una mujer exprese su enojo, se le tacha de loca o de agresiva, mientras que si un hombre lo hace, es percibido como alguien fuerte. Por otro lado, se considera normal que una mujer llore, pero si un hombre llora es criticado".
En la organización de Buggs encabeza, el objetivo es validar las expresiones de quienes acuden a terapia y acompañar a todas y todos en su proceso tomando en cuenta sus especificidades.
Hacia el final de la conversación, lanzó una invitación a las y los jóvenes a buscar apoyo psicoterapéutico en caso de sentir "que no encajan", ya que la continua exposición a contenidos en redes sociales —percibidos como 'historias de éxito'— puede llevarlos a compararse con personalidades públicas y, con el tiempo, desarrollar afecciones como la depresión y la ansiedad.
BM.