Hoy en día la inmediatez ya no se busca sólo en los breaking news o en el feed de Instagram, también en las relaciones amorosas. Y prueba de ello (una de tantas) serían los "casi algo": ese vínculo en donde se comportan como una pareja, pero sin serlo.
“Considero que vivimos actualmente en una cultura que teme a los vínculos, pero paradójicamente idealiza las conexiones inmediatas”, comentó la psicóloga, Isela Flores, en entrevista con MILENIO. “Se quieren vínculos que sean muy intensos, pero efímeros y que no sean sostenidos por el tiempo”.
¿Qué son los “casi algo”?
A diferencia de la etapa en donde dos personas que se gustaron comienzan a salir para conocerse o de los amigos con derechos, los "casi algo" se rigen por la ambigüedad. O sea, pese a haber intimidad y emociones involucradas, no hay acuerdos claros y se resisten a “poner nombre” a la relación que establecen.
“En el fondo, podría ser una forma moderna de evitar el compromiso bajo el discurso de libertad (...) Tener intimidad sin riesgos y cercanía sin responsabilidades”, explicó Flores.
Y debido a esta naturaleza, es que en este tipo de relaciones predomina la inestabilidad emocional. Ante ello, hay una constante búsqueda de señales (comportamientos o palabras) para encontrar respuestas dentro de incertidumbre: "De que si lo que yo estoy pensando es verdad, si a lo mejor él quiere lo mismo que yo quiero y en el momento que yo lo quiero”.
Buscar “casi algo” en TikTok nos condena a un scroll infinito de videos de personas que cayeron en esta situación: algunas hacen bromas de la situación, otras la recuerdan con nostalgia o agradeciendo que cortaron ese lazo. Pero en todas ellas dejan claro el común denominador de estos vínculos: la irresponsabilidad afectiva.
La responsabilidad afectiva es la claridad que una persona tiene sobre lo que quiere, sus deseos, necesidades y expectativas.
Usualmente, los casi algo carecen de dicha cualidad. De ahí que ejercen actitudes contradictorias y confusas hacia la otra persona, tales como: mostrar afecto una semana sí y otra no; tener intimidad sexual, pero evadir conversaciones serias sobre los planes a futuro, o intercambiar mensajes dulces sin compromiso de exclusividad de por medio.
Por supuesto, estas conductas perjudican el autoestima de la otra persona, más aún si tiene un deseo genuino de formalizar la relación. Cuando se llega a este nivel, señaló la psicóloga, ya se podría advertir un riesgo de violencia emocional.
“El vaivén emocional, la ambigüedad y el ‘te quiero, pero no tanto’ o ‘no sé hasta dónde llegar o para qué’ pueden desgastar a una persona profundamente”, explicó Román.
Este tipo de relaciones, las cuales se mueven por un limbo, han sido motivo de varias consultas para Isela.
A partir de ello, identificó que una de las advertencias más claras de un posible “casi algo” es la aparición repentina de conversaciones mínimas. Es decir, cuando las respuestas de la persona que mostraba “bastante interés, presencia e intensidad” se hicieron frías, evasivas y esporádicas.
De la mano con esto, otra señal es la desaparición del interés mutuo: “Ya no hay un esfuerzo por mantener el contacto ni por planear encuentros o gestos que cuidan la relación. Entonces una parte comienza a sentir que solamente él o ella está sosteniendo el vínculo”.
Un claro indicador de que esa relación ya se sostiene por el desequilibrio es cuando hay miedo de preguntar “¿Qué somos?”, por temor a perder a esa persona o de verse intensa o intenso. Mismo caso si lo que sentimos en esa relación es ansiedad antes que amor o tranquilidad.
El mayor problema recae cuando la situación llega a ese punto, pues cuesta mucho trabajo identificar la falta de interés de la otra parte: “Cuando la ilusión se sostiene más en el plano imaginario que en lo hechos, la gente comienza a idealizar lo que ‘podría ser’ a la vez que ignora lo que realmente está ocurriendo”:
“A veces intentamos excusarlos para que nos duela menos, pero es algo muy evidente”.
Finalmente, otro indicio es el desinterés de la otra persona por el futuro de la relación. Es decir, la dinámica se vuelve repetitiva y “el vínculo deja de avanzar”. O en palabras de Flores: “Ya no hay futuro posible, solo un presente prolongado”.
Consejos para salir de un “casi algo”
Ante ello, la psicoterapeuta de parejas emitió recomendaciones para detener ese proceso:
1. Detenerte y observar lo que necesitas, deseas y lo que temes
“¿Temes que la otra persona no te elija o temes a vivir un tema de abandono? Porque sí habla del otro, pero también de una herida que nosotros aún no hemos nombrado”.
2. No te acomodes en la ambigüedad para no perder el vínculo
“Si tienes que callar tus necesidades para quedarte, ya estás perdiendo algo más importante que la relación y es tu dignidad”.
3. Ponle palabras a lo que quieres, aunque dé miedo
“Nombra tus expectativas. No te vas a convertir en una persona intensa, te vas a convertir en alguien coherente. La claridad no va a espantar a quien busca lo mismo que tú”.
4. No confundas interés con la presencia intermitente
Si alguien sólo aparece cuando le conviene, cuando está aburrido y no está construyendo algo contigo, está regulando su propio vacío. No es amor si tienes que esperar a que alguien se acuerde de ti. Aprende a leer los silencios, no justifiques El silencio constante no es misterio es desinterés
5. No confundir la intensidad con la conexión
El casi algo se llega a sentir muy fuerte porque activa muchas heridas previas
ASG