Una joven actriz, redes sociales y la campaña desafortunada de una marca de jeans trajeron a cuenta una vieja (y mortífera) teoría pseudocientífica que afirma que es posible perfeccionar a las personas y a los grupos mediante la genética y las leyes científicas de la herencia: la eugenesia.
Todo comenzó luego de que American Eagle, una famosa marca de ropa, lanzara varios anuncios en colaboración con Sydney Sweeney, actriz, modelo y productora estadounidense que desde hace meses se encuentra envuelta en polémica.

“Los genes se transmiten de padres a hijos, y a menudo determinan rasgos como el color del pelo, la personalidad e incluso el color de los ojos. Mis genes son azules", murmura la actriz en uno de los videos de la campaña mientras sube el cierre de su pantalón. Entonces, un narrador de fondo remata: “Sydney Sweeney has great jeans”. Los demás comerciales en los que aparece, enfundada en mezclilla ajustada, lo reafirman: ella tiene unos jeans estupendos.
Las frases sumadas a la imagen de la modelo de ojos azules, cabello rubio y tez blanca rápidamente desencadenaron debate en redes sociales, especialmente, por el juego de palabras: en inglés jeans y genes se pronuncian igual, por lo que una manera de traducirlo sería: “Sydney Sweeney tiene unos genes (jeans) estupendos”.
La opinión se dividió: aunque muchos lo consideraron inofensivo, otros aseguraron que el discurso estaba lanzando un mensaje en pro de la glorificación de la supremacía blanca. El posterior posicionamiento del presidente de Estados Unidos, Donald Trump no hizo más que avivar el debate.
Sydney Sweeney x American Eagle, oh my god. pic.twitter.com/tDkeGT9R7G
— Sydney Sweeney Daily (@sweeneydailyx) July 24, 2025
Aunque American Eagle rechazó las críticas e incluso eliminó algunos de los videos de sus cuentas oficiales para calmar los ánimos, muchos internautas aún sostienen que la campaña no es más que propaganda eugenésica, movimiento que impulsó algunas de las peores atrocidades del siglo XX.
Genes azules y la historia de la eugenesia
Los experimentos de Gregor Mendel con plantas de chícharos permitieron descubrir las bases de la genética moderna: las leyes de la herencia que describen cómo se transmiten los rasgos de generación en generación.
Su trabajo, publicado en 1866 se convirtió en parte fundamental para la comprensión del funcionamiento de los genes, el ADN, la evolución y puede que también haya sido, accidentalmente, uno de los cimientos de la eugenesia, término acuñado en 1883 por el explorador y científico natural británico Francis Galton.
El hombre retomó las ideas de Mendel y las sumó con la teoría de la selección natural de Charles Darwin para impulsar un sistema que permitiera “a las razas o cepas de sangre más adecuadas una mayor posibilidad de prevalecer rápidamente sobre las menos adecuadas”.
Revestida por un aparente conocimiento científico, la idea de la “supervivencia del más apto” ganó terreno. Para 1904 la eugenesia ya era definida como “la ciencia” que buscaba estudiar “todas las influencias que mejoran y desarrollan las cualidades innatas de una raza”. Su objetivo era “mejorar” a la humanidad a partir de la crianza selectiva.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, tanto líderes políticos, como figuras científicas apoyaban la teoría, creyendo que podría hallar la forma de perfeccionar a los seres humanos eliminando lo que consideraban indeseable.
Creían en la esterilización involuntaria, la segregación y expulsión social. Por años fue la bandera con la que se sostuvo la superioridad racial e incluso la respuesta a el por qué algunas personas tenían habilidades que otras no.
En medio de un mundo envuelto en guerras, Charles Davenport, biólogo estadounidense y fiel seguidor de Galton, aseguró que la herencia sería la “salvación de la imbecilidad, la pobreza, la enfermedad y la inmoralidad”. Su discurso, plagado de racismo, defendía su gran ideal: una América blanca, “purificada”.
Se diseñaron sofisticados sistemas basados en falsas justificaciones biológicas para afirmar que se podía identificar a la personas con menor capacidad mental midiendo el tamaño del cráneo o la disposición de los rasgos faciales.
A la par, y de la mano de las primeras investigaciones sobre los genes, se sumaron estudios sobre “Pedigríes de Pobres Ascendencias”, la “Herencia Individual y Racial de los Rasgos Musicales” o los “Factores Hereditarios en la Aptitud Humana y su Control Social”, todos presentados en el Segundo Congreso Internacional de Eugenesia celebrado en 1923.

Con el legado de la esclavitud, en Estados Unidos, las políticas eugenésicas prosperaron por décadas, para 1936 más 60 mil personas consideradas “no aptas” (aquellas en condición de pobreza, internadas en psiquiátricos, de origen afrodescendiente, nativo o latino) fueron sometidas a esterilización forzada.
El vergonzoso periodo de la eugenesia como ciencia llegó a su cúspide con la Alemania nazi, que, durante sus primeros pasos siguió la guía norteamericana: no sólo tomaron como referencia las leyes de Estados Unidos, también recibieron apoyo intelectual y económico por parte de eugenistas estadounidenses.
Con el fin de “purificar la estirpe del pueblo alemán” y tras obtener el control del gobierno Adolf Hitler aprobó la Ley para la Prevención de la Descendencia con Enfermedades Hereditarias en julio de 1933. Dentro de su informe los nazis destacaron el “éxito de las leyes de esterilización en California”, como revela un artículo titulado U.S. Scientists' Role in the Eugenics Movement (1907–1939): A Contemporary Biologist's Perspective.
Películas, libros: el Tercer Reich irguió el pilar ideológico de un genocidio bajo el argumento de la supervivencia del más apto.
De acuerdo con el National Human Genome Research Institute, los nazis practicaron la eutanasia en 70 mil adultos y 5 mil 200 niños e implementaron una campaña de esterilización forzada en al menos 400 mil personas, lo que implicó el exterminio del pueblo judio, personas con discapacidad, personas LGBTQ+ y minorías étnicas como los sinti y los romaníes.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial la eugenesia se convirtió en una pseudociencia fallida.
La eugenesia un debate actual
Los avances científicos posteriores han desbaratado muchos de los postulados eugenistas. Hoy en día se ha comprobado que no todas las características de una persona están determinadas por los genes.
En la década de 1960 por ejemplo, la neurocientífica Marian Diamond demostró que el cerebro puede cambiar y reorganizarse anatómicamente. El fenómeno conocido como neuroplasticidad, confirma que las experiencias de vida pueden moldear el cerebro: los conocimientos y nuevos aprendizajes influenciados por el ambiente pueden modificar la biología humana, independientemente de lo inscrito en el código genético.
Sin embargo, la idea del “más apto” sigue prevaleciendo y haciendo eco, incluso científicos han llegado a advertir sobre una “la nueva eugenesia”: la manipulación genética fetal.
“Existe cierta preocupación acerca de si la generación de una cantidad cada vez mayor de información genómica en el ámbito prenatal conduciría a nuevas presiones sociales para interrumpir embarazos en los que el feto tiene un mayor riesgo de sufrir trastornos genéticos”, explica el National Human Genome Research Institute.
Así, el debate sobre la “mejora” genética sigue vigente y cobra mayor fuerza, por lo que, los anuncios de jeans azules no parecen tan lejanos de lo que en su momento defendió Galton.
LHM