Política

En defensa de su democracia

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Esta reflexión busca cuestionar un tabú: la idea de que “defender la democracia mexicana” implica defender el tipo especial de democracia que se diseñó en los noventa y como resultado de los gobiernos de corte liberal-empresarial que sucedieron.Y sobre todo el tabú de que cualquiera que no defienda esa democracia es por preferir el autoritarismo.

Yo no lo veo así. Por el contrario, me parece evidente que muchas de las particularidades institucionales que se diseñaron para facilitar la salida del PRI del poder y que emergieron en las primeras décadas de la joven democracia mexicana han dado vida a un país donde los gobiernos democráticamente electos enfrentan obstáculos innecesarios para implementar su agenda y donde incluso existen cotos de poder antidemocráticos.

Me parece que se puede defender la democracia, sin por ello defender lo que se tiene ahora.

Decir esto, sin embargo, es sacrilegio. Y en parte lo es por nuestra historia como país. O más bien, por quien nos ha contado nuestra historia.

Muchos de los activistas y comentaristas más influyentes del México actual forjaron su carrera intelectual y política en la lucha “pro-alternancia”. Ven como su más grande legado y orgullo el haber logrado que el PRI dejara de gobernar de forma consecutiva.

Por supuesto, su victoria no debe ser minimizada. De hecho, fue apabullante. A diferencia de otros regímenes hegemónicos, el PRI no cayó por medio de un golpe o violencia organizada. No fue necesario. Cayó por medio de un cambio institucional pacífico, gradual y negociado entre el PRI y los activistas pro-alternancia.

El problema es que muchos de los activistas pro-alternancia desde entonces han intercambiado la autocrítica por el autoelogio, y por tanto han olvidado contarnos una parte crítica de lo que pasó.

Lo que pasó fue que ellos negociaron un arreglo democrático muy peculiar que se alimentó de los preceptos ideológicos de aquella era. Una democracia que se basaba en el temor a las mayorías por considerarlas inherentemente autoritarias, en una desconfianza a ultranza en el poder Ejecutivo, en una celebración a la pureza de los activistas sin partido (i.e. “ciudadanos”), en una romantización de “la alternancia” como sinónimo de democracia, y por supuesto, en el supuesto de que las decisiones políticas casi siempre son corruptas y las tecnocráticas casi siempre son virtuosas.

Así, con estos fundamentos ideológicos se nos enseñó a concebir a “la democracia” como una democracia muy distinta a la que existe en otros países.

La democracia que crearon es una democracia peculiar con un número anormalmente grande de organismos “autónomos” para impedir que funcionarios electos tomen decisiones de política pública (una preferencia evidente por la tecnocracia de élite).

Una democracia peculiar donde las reglas electorales están hechas para que sea prácticamente imposible tener una mayoría (por eso todo partido termina siendo una coalición de partidos pequeños).

Una democracia donde el proceso legislativo se obliga a ser tan largo y a simular la participación de tanta gente que se ha generado una bola de nieve de reformas atrasadas. Una en donde construir una obra pública requiere sortear docenas de permisos que no se piden a la iniciativa privada y que de facto privilegia el contratismo.

La democracia que crearon los activistas “pro-alternancia” es una donde muchos arreglos institucionales impiden que una facción mayoritaria democráticamente electa gobierne e incluso, indirectamente crean espacios donde el poder económico ejerce veto y control.

Esa democracia no es “la democracia” esa una forma especial de ella. La que en su momento los activistas “pro-alternancia” consideraron correcta. Habría muchos otros diseños institucionales que podrían ser más flexibles y reducir la captura institucional sin por ello ser autoritarios. De hecho, muchos otros países los tienen. Lo que es extraño es que en México sea tan difícil crear mayorías, gobernar con ellas y responder al electorado.


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Viri Ríos
  • Viri Ríos
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  • Política pública con datos. Autora de @NoEsNormalLibro. Podcast #PoliticaYOtrosDatos. Enseño en @HarvardSummer. Harvard Ph.D. / Escribe todos los lunes su columna No es normal
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