En un escenario ideal y de manera general, los partidos políticos, se supone, son instituciones en donde ciudadanas y ciudadanos participan con base en un interés común, dando cumplimiento a estatutos y buscando su intervención en procesos electorales con la idea de alcanzar el beneficio comunitario.
Pero también es cierto que los miembros y simpatizantes son víctimas de la llamada naturaleza humana, con todo lo que ello implica.
A unas semanas de cumplir 83 años de su fundación, el Partido Acción Nacional vive una de sus más profundas crisis en Tamaulipas y en un criterio más severo, también a nivel federal.
En la entidad, durante los últimos días se ha demostrado una vez más la lucha del poder por el poder entre sus miembros y simpatizantes, muchos de ellos obligados y los detractores que aspiran al famoso cambio.
Aferrarse a la dirigencia del partido a nivel estatal por el grupo encabezado por los hermanos García Cabeza de Vaca, usando una vez más a su peón, Luis René Cantú Galván, es criticable para muchos panistas.
Pero también es entendible; serían demasiado inocentes si no buscaran quedarse con las riendas de dicho instituto y todo lo que eso significa, principalmente la asignación de las candidatas y candidatos a diversos cargos para el próximo proceso electoral federal y estatal, un jugoso botín.
En la segunda parte de la década de los noventa conocí de cerca la forma de ser oposición por parte de los panistas, primero en su campaña a la presidencia municipal de Tampico, trabajando como reportero en esta casa editora y posteriormente como parte del primer gobierno blanquiazul en el Ayuntamiento porteño.
En verdad se palpaba ese compromiso con la sociedad por parte de los personajes azules de aquellos años.
Al correr de los años y al descubrir otros intereses políticos y económicos, no solamente en la zona sur y en Tamaulipas, sino también en el país, la imagen del PAN y de sus representantes como una férrea oposición se fue desvaneciendo.
Los presuntos acuerdos en lo oscurito y otras historias no muy claras, primero con el PRI y ahora con Morena, han dejado mal parado al partido que representaba una verdadera contraparte a favor de los ciudadanos.
Los panistas están a tiempo de revisar su pasado. _