En los primeros días del mes de octubre de 2019, el Ayuntamiento de Sayula, Jalisco; que preside Oscar Daniel Carrión Calvario, demolió la construcción en proceso de lo que sería el Centro Cultural “El Páramo de Sayula”, en el corazón metafórico y espacial del pueblo.
Este proyecto, a cargo del Arquitecto Francisco Orozco, pretendía integrarse a los vestigios existentes del antiguo Jardín de Niños -edificio patrimonial catalogado como artístico relevante, que fue construido por el Arquitecto regionalista Rafael Urzúa, en el antiguo parque Celso Vizcaíno- y que aspiraba rendir tributo a uno de los personajes ilustres de Sayula, Don Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, autor de una de las obras escritas, emblemática de la literatura universal en el siglo XX: Pedro Páramo.
Para sorpresa de todos y tomando una decisión que raya en la estulticia, el alcalde Sayulense mandó a ejecutar la demolición criminal sin aviso previo ni las licencias pertinentes. Eliminando, de un plumazo, un edificio que constituía parte del testimonio material edificado, la memoria histórica y la imagen Urbano-ambiental, en el imaginario popular sayulense.
Al parecer, la intención de Carrión Calvario, era, según sus propias palabras demoler una “mala obra”, refiriéndose al proyecto del Centro Cultural “El Páramo”. Sin embargo, en este arranque de irresponsable iniciativa, no solo se demolió lo que se llevaba de avance del centro cultural, sino que se lleva, a punta de pico y pala, los vestigios del edificio patrimonial, y sin presentar jamás, el dictamen pericial correspondiente.
Tales hechos constituyen, en correspondencia con La Carta de Nara de 1994, un flagrante atentado contra el patrimonio, la arquitectura, la autenticidad cultural y, sobre todo, el derecho a la memoria que va y ve más allá de quienes habitan esa región del mundo donde abundan las moscas y las animas.
Hoy día, el terreno de marras en dónde se emplazaba el jardín de niños Celso Vizcaíno, luce yermo y devastado, si, como un páramo, desierto y ausente.
Apelamos a la inteligencia social e invocamos al espíritu indómito de Susana San Juan para que, en un acto audaz de conciencia y amor, de orgullo y nostalgia, se haga lo pertinente para recuperar ese espacio y rescatarlo como sustento de la construcción de la identidad que, seguramente, propiciaría y generaría condiciones para proyectar y promover a Sayula como destino turístico cultural en el devenir histórico de sus tradiciones.
Así mismo, hacemos un llamado a quienes, como Carrión Calvario tienen el mandato y poder de la administración pública; a que se dejen de torpes ocurrencias y dañinas iniciativas que van en detrimento del interés ciudadano. Extralimitándose en sus atribuciones y socavando la de por sí escasa credibilidad de la función pública.
La reconstrucción y reparación del daño luce complicada. No se trata de edificar un falso histórico ni de hacer del lugar una escenografía irrelevante en términos de valor arquitectónico. Pero es menester tratar de recuperar y conservar el sitio para conocimiento y erario de las generaciones futuras.
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*Colaboración de: Salvador Dueñas Rodríguez y Jorge Fernández Acosta.
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