Ante la creciente desinformación, bulos y noticias falsas en la red es necesario impulsar acciones a favor de la alfabetización mediática en las universidades. Noam Chomsky, politólogo, lingüista y filósofo norteamericano, sostiene en su libro: “El malestar global”, que los medios de comunicación constituyen un esquema de dominación cultural y política.
Las tecnologías de la información y la comunicación están transformando la totalidad de las relaciones sociales y familiares y configurando un nuevo espacio sociocultural. Por lo cual, para transformar a los estudiantes en agentes de cambio es preciso educar en torno a cómo reciben la información.
Esto significa que las universidades como espacios de aprendizaje deben promover el desarrollo de las pautas de conocimiento más apropiadas para el desarrollo social de la sociedad. A través de conferencias, cursos y actividades lúdicas se está transformando el entorno informativo en los estudiantes universitarios, para impulsar un mayor conocimiento del poder que tiene la información.
La exposición a los diversos medios de comunicación, en especial la televisión e Internet, y el uso de teléfonos móviles y otros productos tecnológicos cada vez más sofisticados, configuran la experiencia de niños y niñas en el seno de las familias. Transformando sus gustos, hábitos y conceptos.
La alfabetización mediática se refiere a todos los medios de comunicación, incluidos la televisión y el cine, la radio y las grabaciones musicales, los medios impresos, Internet y otras nuevas tecnologías de la comunicación digital.
Actualmente, dentro de los retos post pandemia, está la urgente necesidad de impulsar la conciencia de la información, así como el buen uso de las redes sociales. De igual manera, se plantea como un derecho humano del derecho a la información transparente. La cultura de información debe ir también hacia el papel que tienen los estudiantes como responsables de difundir datos e información en sus propias redes.
Para la Unesco, “la capacidad para acceder, analizar y evaluar el poder de las imágenes, los sonidos y los mensajes a los que nos enfrentamos día a día y que son una parte importante de nuestra cultura contemporánea, así como la capacidad para comunicarse competentemente disponiendo de los medios de comunicación a título personal”.
Por eso, educar para recibir información, asimilarla y a su vez transmitirla debe ser una prerrogativa de cada ciudadano. Esto significa que no deben propagar noticias falsas o promover sitios de dudosa calidad informativa. La alfabetización mediática supone, por tanto, una calidad en los contenidos y la responsabilidad para difundirlos. Los derechos de cuarta generación van en el sentido de ofrecer información que sea útil, confiable y que ayude a los ciudadanos en sus tareas cotidianas, fuera de ideologías o de un trato informativo para garantizar adeptos o simpatizantes.
Actualmente, varias universidades están desarrollando protocolos e impulsando una mayor capacitación en ese sentido. Esperemos que pueda reflexionarse al respecto para garantizar, desde el hogar, una cultura y hábitos santos en materia de consumo informativo.
Los gobiernos tienen un papel fundamental para evitar las fake news, pero también prevenir la difusión de propaganda, ideología y cualquier tipo de información que puede afectar o generar efectos en los ciudadanos.
José Luis Estrada