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Depredador digital

  • Me hierve el buche
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  • Teresa Vilis

En Jalisco, miles de niños y adolescentes recorren mundos digitales donde todo parece posible: volar, construir, ser otro. Mientras los jugadores imaginan cielos y casas, otros están tejiendo trampas. Los reportes aseguran que en México, el 81 por ciento de las víctimas de explotación sexual infantil, entre enero de 2024 y junio de 2025, fueron captadas a través de entornos digitales. Pasatiempos como Roblox encabezan la lista.

La promesa de “ser libre” es parte de la caricatura: dentro de la plataforma, un “amigo virtual” ofrece monedas, risas compartidas, hasta que el silencio se convierte en chantaje. En Jalisco, la Policía Cibernética emitió alertas sobre estafas con monedas virtuales y contacto inapropiado con menores en sitios como Roblox. Lo que parecía un espacio de diversión se convierte en escenario de riesgo real.

El gran error es creer que los peligros están fuera de casa. Aquí, en Guadalajara o Zapopan, los niños lo usan tardes enteras en su cuarto y piensan que “todo es juego”. El verdadero teatro está en la pantalla, donde menos pensamos. El detalle: el 39 por ciento de los agresores fueron identificados por las víctimas como “amigos que conocí en línea”.

Luego está la mentira: “es solo un juego”. No cuando el juego viene con chat abierto, con avatar que simula ser un niño y con la promesa de “te doy Robux si…”. Las advertencias muestran que la moderación de la plataforma es insuficiente, el contenido sexual oculto existe, y las estafas de “Robux gratis” son moneda corriente.

Pero no es sólo aquí. Pasa en todo el mundo. En Estados Unidos se registran demandas contra Roblox por permitir que menores fueran secuestrados después de conocer adultos en la plataforma; en Reino Unido se alza la alarma: la reguladora pide que Roblox sea vigilado como una “zona de caza para pedófilos”.

Lo más cruel: México y Jalisco como laboratorios de la libre interacción. Menores de seis años, de ocho años; tan pronto pueden estar construyendo un mundo virtual como siendo reclutados para otro. En Sinaloa, las denuncias apenas se asoman, siete en todo 2024, seis hasta agosto de 2025. La ausencia de denuncias no es ausencia de riesgo.

Ahora la pregunta clave, esa que pocos se hacen mientras dejan que “jueguen tranquilos”: ¿Quién protege realmente? ¿La empresa que dice “activa control parental y listo”? ¿Los padres que creen que el tiempo de pantalla es inocuo? ¿O un Estado que debe ver estos juegos como lo que son: nuevas plazas de riesgo? Porque los videojuegos ya no son sólo diversión, son redes sociales con disfraz de muñeco.

Los pies duelen, los ojos se cansan, las pantallas abrazan demasiado. Pero quien está detrás del avatar, quien cree que todo es juego, debe saber que jugar también puede costar. Y si la libertad virtual se vende como “elige tu mundo”, al menos deberíamos elegir uno sin trampas. Cerrarle el micrófono al desconocido no es paranoia, es conciencia. ¡Me hierve el buche!


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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