La marcha del domingo 13 de noviembre en defensa del INE sigue siendo tema recurrente en las conferencias de prensa mañaneras del Presidente de la República y lo seguirá siendo al menos en los próximos días.
El Presidente ha convocado este próximo domingo 27 de noviembre a la que de acuerdo con sus palabras podría ser la última marcha que encabece. Presumirá su aprobación, mostrando su poder de convocatoria y su poder de movilización.
El objetivo es claro, quiere mostrar que la absoluta mayoría de “el pueblo”, este concepto en el que se fundan -justifican- todas las decisiones de su gobierno, lo sigue arropando con el carácter de luchador social.
Al Presidente, de acuerdo con la última encuesta de Mitofsky, lo aprueban seis de cada 10 mexicanos. Por segmentos quienes más lo aprueban son quienes votaron por él en 2018, los jóvenes, los campesinos y las amas de casa; quienes menos lo aprueban son quienes no votaron por él, los profesionistas y quienes cuentan con estudios universitarios o más.
El tema no es menor. La marcha fue importante, sí, pero fue representativa del 40% que no aprueba al Presidente. Un 40% que el día de la elección se divide entre distintas opciones políticas y que en muchas ocasiones no sale a votar.
El domingo veremos una marcha representativa del 60% que lo aprueba, de los cuales la mayoría sale a votar, movilizados o por convicción, porque también hay que decirlo: ningún otro partido le disputa esa base social porque nadie más le habla a quienes menos tienen.
Según Mitofsky, 87% de los que votaron por el Presidente en 2018 lo aprueban. Si este dato es real, hablamos de un 87% de los 30 millones de votos que obtuvo, es decir, más de 26 millones que son suficientes para ganar una elección presidencial en condiciones normales.
El reto, y lo saben en Morena, es que el Presidente no estará en la boleta de 2024. Trasladar la mayoría de ese apoyo a una candidata o candidato que reste, será enormemente complicado si la oposición se agrupa en una sola oferta política.
Cualquier división de la oposición deja el camino de la continuidad prácticamente listo, aunque también el tiempo mostrará los costos por las fracturas al interior del partido en el poder.
Sale el Presidente a Reforma y marcha al Zócalo para decir: el movimiento soy yo. _