Política

5 de mayo: Cuando México venció al gigante

En tiempos en que el país parece fracturado por intereses partidistas, ideologías enfrentadas y una polarización que se respira en cada esquina, conviene mirar hacia atrás y recordar una fecha que nos une: el 5 de mayo de 1862, cuando un grupo de mexicanos mal armados, pero con un enorme sentido del deber, venció al ejército más poderoso del mundo: el francés.

Aquella mañana en Puebla, la nación enfrentaba no solo la amenaza de una intervención extranjera disfrazada de reclamo financiero, sino también el riesgo de perder su soberanía. El Imperio Francés, que venía de encadenar victorias por Europa y África, encontró en los fuertes de Loreto y Guadalupe a un pueblo que se negó a doblar las rodillas.

Bajo el mando del general Ignacio Zaragoza, los soldados mexicanos, muchos de ellos indígenas y campesinos, mostraron un coraje que no cabía en los uniformes raídos que portaban. El parte enviado por Zaragoza lo resume todo: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”. Y así fue. La victoria no sólo fue militar, sino simbólica: demostró que la dignidad no se mide en cañones, sino en convicción.

En los libros de historia se enseña que fue una batalla ganada contra todo pronóstico. Pero para el pueblo mexicano fue mucho más que eso: fue una victoria del espíritu sobre el sometimiento, de la voluntad colectiva sobre la imposición extranjera. Fue una declaración de identidad frente a la pretensión de imponer un imperio ajeno a nuestras raíces.

Ese espíritu no ha desaparecido. Está en quienes, día con día, luchan por un México mejor. En los maestros que enseñan con vocación, en los médicos que atienden con entrega, en los campesinos que alimentan a la nación. En cada ciudadano que cree que vale la pena resistir ante la injusticia y no dejarse vencer por la resignación.

Hoy, en medio de un país que parece estancado entre el encono y la división, conviene recordar que somos herederos de una gesta heroica. Que los desafíos que hoy enfrentamos no son más grandes que los que enfrentaron nuestros antepasados, y que de nuevo, como entonces, necesitamos unidad para defender lo que nos pertenece: nuestra libertad, nuestra dignidad, nuestro México.

Que no se nos olvide: México es más grande que sus problemas. Más grande que los políticos que hoy buscan dividirnos para conservar el poder. México es más fuerte que cualquier discurso de odio. Porque en lo profundo de nuestra historia late un espíritu indomable, el mismo que hace más de 160 años hizo retroceder a un imperio.


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Rubén Iñiguez
  • Rubén Iñiguez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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