Esta columna acaba de llegar a su primer aniversario. El primero de los 52 artículos trató sobre el impacto que tendría en México la creciente popularidad de las marcas de autos de China, el segundo fue acerca de lo exitosas que han sido empresas no mexicanas creciendo la comida mexicana a nivel global, y el tercero hablaba de empresas que se cuelgan de su monopolio para no tener que innovar.
A partir de eso hemos hablado de todo tipo de temas: desde empresarios buchones y la promesa incumplida del sector emprendedor, hasta del negocio del futbol, del poder de las fake news y de los pódcasts en nuestro país. A veces hemos tenido que tocar temas trillados, pero importantes (como nearshoring, Elon Musk, la desaceleración de la economía o los mentados aranceles), y publicamos también breves análisis de empresas como Cemex, Arca o Walmex. Otros artículos aparecen más bien como críticas, incluyendo un cuestionamiento al genérico trabajo que realizan muchas agencias de comunicación, a estrategias de innovación que llegan demasiado tarde y a nuestra capacidad para sobreestimar el impacto real de nuevas tecnologías.
Debido a mi trabajo, todo el día estoy investigando sobre empresas mexicanas y lo que están haciendo. Me gusta mucho entender qué hace que unas sean más exitosas que otras, cómo es la fórmula que les permite ganar dinero y crecer, o cómo fue la historia que les permitió llegar a donde están. Estoy en una situación muy privilegiada porque tengo la oportunidad de conocer y platicar con quienes están construyendo organizaciones valiosas, interesantes, diferentes. No pasa ni una semana sin que algo me sorprenda: puede ser descubrir que en México hay una empresa mediana en algún lugar insólito, que se volvió líder global, o el simple hecho de que un experto me explique cuál es la clave en un modelo de negocio (y que resulte ser algo que jamás imaginé).
En Ecos y Resonancias he querido plasmar una versión de todo esto. Aunque se trata de temas sumamente variados, todos tienen en común una misma cosa: fueron desarrollados pensando en compartir lo que yo mismo aprendí. Mi máximo objetivo es que algún lector se lleve una reflexión que le pueda generar valor en su propia vida.
…sí, suena muy rollero. Pero es verdad. Para quienes literalmente vivimos de crear contenido, no hay nada más motivante que saber que tu trabajo le resulta valioso a alguien más. Evidentemente, en un mundo en el que lo que sobra es contenido, pues esto se hace más y más difícil.
Para los empresarios en México, vivimos una etapa muy confusa. Por todos lados escuchamos que los indicadores macro no son buenos —particularmente por el bajo crecimiento y por la falta de inversión— y que si las políticas de nuestros gobernantes no ayudan, y también de los retos que generan la inseguridad y la ausencia de estado de derecho. Por otro lado, vemos también historias de innovación y de crecimiento, proyectos creativos, y en algunas empresas, resultados sobresalientes.
Las dos visiones son reales; coexisten simultáneamente. La realidad es que en este país, construir un negocio ha sido siempre muy complicado. En fin.
No quiero dejar de agradecer a MILENIO por la oportunidad de aparecer en sus páginas. Sigue siendo emocionante ver todas las semanas estas palabras impresas y sobre todo saber que gracias a su capacidad de distribución, llegarán a estar enfrente de una audiencia gigantesca. Y a quienes me han leído, ¡gracias!