El proceso que se decidió llevar por parte de la Federación Mexicana de Futbol (o los principales propietarios de los equipos de la Primera División), para escoger al siguiente entrenador de la Selección Nacional no anticipa, por desgracia, que los resultados vayan a ser mejores que los ya conocidos.
El tono autocrítico con el que decidieron mostrarse todos estos personajes apenas se dio la eliminación del equipo mexicano en el mundial de Qatar, desapareció ya.
Nada queda de todos esos golpes de pecho que sonaron por destajo, hasta en personalidades que nada tienen que ver con la toma de decisiones en este negocio.
¿Se disminuyó el número de jugadores extranjeros en la Liga Mx? ¿Hay algún plan para que esto se de de forma paulatina de aquí, por decir algo, al 2025, un año antes del siguiente Mundial?
¿Se aplicó alguna modalidad que obligue a los equipos de la Primera División a promover talento mexicano en Ligas más poderosas?
¿Se modificó el calendario y el modelo de la Liga para determinar a su equipo campeón, que para muchos sólo alimenta la mediocridad?
Y en el campo de las simples formas tampoco hay nada nuevo bueno. Se designó crear una nueva estructura dirigencial de la cual se sabe sólo por trascendidos y filtraciones (por no decir chismes). Nadie ha tenido la consideración y/o educación de explicarle a los millones de aficionados que están interesados en su representación futbolística nada.
Es una verdadera pena que no se convoque a la gente más que para pedirle apoyo incondicional a través de su presencia en los estadios o a la hora de ver los partidos por la televisión o comprando los cientos de productos comerciales que se promocionan haciendo llamados al fervor nacionalista.
Hoy o mañana, quizá esta semana, se anunciará al nuevo director técnico del equipo nacional. Y ya. Todo lo demás, tan determinante, seguirá igual.
Twitter: @rocampo