Política

La dictadura del bienestar

Tengo a mano algunas evidencias súper contundentes que me hacen pensar que falta muy poco para que la tan llevada y traída cultura del bienestar se convierta en una dictadura en toda regla.

La invitación a estar mejor, sentirse mejor y ser mejor está dejando de ser una decisión personal. Estar fitness, tener el colesterol bueno muy alto y el malo bajísimo, tener tremenda mata de pelo, unos dientes blanquísimos y alineados, la cara lisita y vibrar en modo zen no es opcional, sino una obligación de la que cada vez resulta más difícil rehuir. Van unas cuantas evidencias.

No hace mucho tiempo compré una camisa talla mediana. Dado que esa ha sido mi medida en los últimos 20 años, no me pasó por la cabeza meterme al vestidor para probarme la dichosa camisa. La cogí, la pagué y me fui a casa. Cuando llegó el momento de estrenarla, la descolgué y frente al espejo comprobé que mi silueta era la de un tamarindo. Sin el ticket y las etiquetas era imposible devolverla.

Al tiempo volví a la tienda y pregunté porque las camisas medianas eran ultra chicas. “No son slim, ni pettit –me dijo el vendedor– son tallas europeas”.

Mi segunda evidencia salió de un grupo que hablaba sobre sus bebidas “en horas de oficina”. Solo dos de los seis tomábamos café, el resto bebía agua y té. “Yo no tomó café porque interrumpe mi ciclo de sueño profundo”; “dejé el café porque es más saludable el agua y no me mancha los dientes” –dijo otro–.

Mi tercera evidencia proviene de una conversación relacionada con la cantidad de calorías que tenían los platillos del comedor de la escuela. Después de la cátedra impartida por quienes estaban en la mesa, me di cuenta que mi manera de comer y beber en tres días me llevará a la morgue, y vaya que no soy el tragaldabas del año.

Tengo mis dudas de que tener abdomen plano, reducir a cero el consumo de alcohol y evitar grasa animal vaya a traerme la longevidad y felicidad que promete la cultura del bienestar, porque ésta convirtió la salud y el “bien vivir” en un commodity.

Y como no pienso caer en las engañifas del consumo, estas vacaciones refrendaré el pacto para comer y beber como Dios manda. ¡Faltaba más!

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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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