En la historia de la iglesia católica, el Papa Francisco encabezó el pontificado que promovió el mayor avance en temas de igualdad de género e inclusión de grupos vulnerables. Aun cuando, la Iglesia católica continúa siendo una institución profundamente tradicional.
Entre sus acciones más relevantes está el nombramiento sin precedentes de mujeres en altos cargos vaticanos, como el caso de Nathalie Becquart, religiosa francesa de los Xavieres, quien en 2021 se convirtió en la primera mujer con derecho a voto en el Sínodo de los Obispos.
También destaca Emilce Cuda, primera laica en ocupar un puesto de alto poder en la Curia Romana, la unidad administrativa de más alto rango de la Santa Sede. Actualmente, las mujeres representan el 23 por ciento del personal en instancias antes reservadas a clérigos varones.
Además, el Papa Francisco promovió la visibilización de la violencia contra las mujeres al llamarla “plaga global”, condenando el feminicidio y el machismo como estructura cultural.
En cuanto a las personas LGBTIQ+, se pronunció en favor del respeto. En 2023 hizo un llamado histórico para que se eliminen las leyes que criminalizan la homosexualidad en el mundo: “Ser homosexual no es delito”.
En el mismo año publicó la Fiducia Supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones, documento que permite a los sacerdotes católicos bendecir a parejas en diversas circunstancias, incluyendo aquellas que no están casadas según la doctrina de la Iglesia, como parejas del mismo sexo, aunque no las equipara al matrimonio sacramental.
Durante su papado, Francisco reconoció la dignidad y el amor de las personas LGBTIQ+, en lugar de mantener el juicio moral tradicional de la grey católica. Incluso abrió el diálogo con las personas jóvenes sobre temas como la orientación sexual, el género y los vínculos amorosos no tradicionales.
Otros grupos vulnerables fueron defendidos firmemente por el Papa Francisco, como los migrantes, refugiados y pueblos originarios, condenando las políticas de exclusión.
Las víctimas de abusos sexuales dentro de la Iglesia encontraron mejor respuesta a sus denuncias que en tiempos de Ratzinger y de Juan Pablo II, ya que el Papa Francisco promovió reformas para que los obispos rindan cuentas, aunque no ha sido lo deseable por su lentitud.
Ante denuncias de abusos, a congregaciones como el Opus Dei y Legionarios de Cristo, Francisco les impuso normas que les obligan a rendir cuentas de sus acciones al Vaticano.
Desde su elección en 2013, el Papa Francisco ha marcado un viraje inédito en la postura oficial del Vaticano respecto a temas tradicionalmente espinosos: la igualdad de género, la no discriminación y la inclusión de las personas LGBTIQ+.
Ningún otro Papa promovió con tanta fuerza el diálogo entre la fe y los derechos humanos contemporáneos.
A pesar de las resistencias internas, el Papa Francisco, cristiano congruente que en paz descanse, introdujo un enfoque más pastoral, menos condenatorio y más centrado en la dignidad humana.
Si bien los cambios estructurales son aún limitados, el cambio de paradigma iniciado por el pontificado de Francisco marcó un antes y un después en la historia reciente del Vaticano, especialmente, por su legado por la igualdad.