Qué dolor más grande debe ser perder a un hijo, pero más aún no saber qué fue de él, no tener una tumba a dónde ir a llorarle. Estas últimas semanas hemos sido testigos de lo podrido que está nuestro país, de lo vulnerables que estamos todos ante un gobierno que no ha sabido o no ha querido hacerle frente al problema de la delincuencia organizada que, como bien lo estableció Estados Unidos, son grupos delictivos que ya se clasifican como terroristas por el miedo y el daño que causan a la población en México.
¿Cuántos de ustedes ya no usan las carreteras de nuestro país? ¿Cuántos las usan, pero van con miedo y encomendando a Dios para que no les pase nada? ¿Cuántos de ustedes se empiezan a poner nerviosos cuando pasan 30 minutos y sus familiares no llegan a la hora que acordaron? ¿Cuántos caminan con miedo en las calles? ¿Cuántas veces han bajado la mirada a ver alguien sospechoso o han evitado pitar en el carro por miedo a represalias violentas de la camioneta blindada y sin placas que está enfrente? ¿Cuántas veces nos ha generado miedo la misma autoridad pues no sabemos si son de los que nos cuidan o de los que cuidan a los que nos quieren hacer daño?
La realidad es que México pareciera tierra de nadie, y a pesar de la importancia de la articulación entre municipios, estados y federación creo que no debemos buscar las soluciones fuera, sino empezar desde lo local.
Esta semana pasó un accidente vial en donde por mala fortuna murieron más de 5 jóvenes estudiantes de la Universidad de Guanajuato, por los mismos días fueron asesinados 8 jóvenes que eran parte de un grupo religioso en Salamanca. El contraste que yo encontré fue que si bien el accidente vial es un poco cosa del destino y en realidad no existen culpables, cuando uno se sube a un carro y toma carretera sabe los riesgos. Yo misma lo hice durante 10 años que iba y venía de México a León por cuestiones de trabajo. La única vez que pude prevenirlo fue cuando me bajé en Querétaro de un coche el cual venían manejando a casi 200 kilómetros por hora. Pero los jóvenes de Salamanca si fueron víctimas de lo mucho que nos está fallando el sistema, exhibe quienes son los más vulnerables: los jóvenes.
Son urgentes las medidas a nivel vecinal, municipal, estatal y federal que garanticen la seguridad de nuestros niños y jóvenes. Ningún padre, ninguna madre, tendrían que enterrar a sus hijos a causa de la delincuencia y la inseguridad. Ningún joven tendría que verse privado de su vida, de su libertad, de sus sueños a causa de la negligencia de las autoridades que han fallado en protegerlos, en dar herramientas a las familias para cuidarlos.
La realidad es que muchos tomadores de decisiones viven realidades alternas a la que vivimos los ciudadanos comunes y hasta que no les pasa algo logran sensibilizarse. No debería ser así, por eso siempre he pensado que la característica número uno de un buen político, de un buen funcionario público debe ser amar a México, pero sobre todo que le duela lo que pasa en el país, lo que le pasa a la gente para que en verdad tomen decisiones que mejoren las vidas de las personas y no pensando solo en recaudación económica o popularidad política.