México apareció en todas las portadas de esta semana, desafortunadamente no por buenas noticias, sino por la forma en que terminaron con la vida de una mujer de 23 años en plena transmisión en vivo.
No voy a dar más detalles sobre ese tema, pues detrás de esta persona hay una familia sufriendo y lo único que se me viene a la mente es que ella, como miles de jóvenes en México, fue víctima de sus circunstancias.
Desafortunadamente en este país es muy difícil cambiar de entorno social. Existen estadísticas que mencionan que el 74% de las personas que nacen en pobreza extrema así permanecen toda su vida (Centro de Estudios Espinosa Yglesias) y sucesivamente, el Estado falla al carecer de políticas públicas que generen verdaderas oportunidades de movilidad social.
Los jóvenes son los más vulnerables, pues al no tener oportunidades reales y dignas que ofrezcan el camino de la educación y a su vez acceso a trabajo decente, se ven obligados a buscar otras formas de vida que no siempre son morales, mucho menos legales, y peor aún en estás épocas con las redes sociales dónde toda la información está al alcance de prácticamente todos.
Estamos envueltos en un ambiente lleno de superficialidades en donde los valores han pasado a segundo término y los jóvenes buscan tener y no ser. No justifico las decisiones que los jóvenes toman cuando deciden irse por un camino u otro, tampoco juzgo, pues como les comento muchos de ellos solo son resultado de sus entornos y sus circunstancias; pero sí creo que es responsabilidad del gobierno trabajar arduamente por cubrir todos los frentes que se puedan para darles más opciones a estos jóvenes, acompañamiento, oportunidades.
Alertarlos de que algunas actividades nunca terminan bien y si ya están en eso intentar ayudarlos a salir, rescatarlos, lejos de condenarlos antes de tiempo y mucho menos, si como sociedad y gobierno, no hemos hecho nada para ayudarlos.