De entre las entidades federativas que estarán en juego en forma paralela a la jornada federal, Jalisco destaca en el interés prioritario de los opositores al régimen que encabeza hoy Enrique Alfaro. Y no es para menos. Además de cuantiosos votos, se considera una especie de tierra prometida. Guindas, azules, verdes, rojos, además de complementos, quizá animan la aspiración de acabar con un bastión inexpugnable.
Dicho interés queda de manifiesto con la presencia simultánea de los precandidatos presidenciales en este fin de semana. A cuál no le encantaría enarbolar sus banderas en uno de los escasos estados que no han cedido a los embates del poder.
Empero, esto no se ve nada sencillo, como tampoco lo será la lucha defensiva del partido naranja. Acaso, hay que considerar factores importantes que medirán la capacidad real de los opositores. Uno, fundamental, el liderazgo de Alfaro y Lemus, las estructuras que han dado muestra de unidad en los principales municipios como Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco quien encabeza Vero Delgadillo, Frangie y Quirino. Otro, muy importante, la voluntad expresa de los jaliscienses a seguir por la ruta de una autonomía que ya no es tan común en el país e, igualmente, la visión de un Jalisco bastante renuente a renunciar a su independencia y en especial de las influencias centralistas de la época.
De cualquier manera no habrá tregua y en el campo de batalla habrá no dos sino tres corrientes que buscarán el triunfo. Aquí se pondrá a prueba el peso político logrado y que generó Alfaro casi como un legado, ante alternantes como el morenismo que pretende retomar las hegemonías del pasado y la corriente de los aliados que encabeza Xóchitl. Habrá mucho que esperar. Para todos, Jalisco es en efecto la tierra prometida.
