Corría el año 2000, allá por el mes de julio de hace 16 años, se llevaba a cabo la gran apertura de un restaurante de lujo conocido como Misión Grill, en el municipio de Santiago Nuevo León a unos kilómetros de Monterrey. Entre los invitados se encontraba el entonces gobernador panista Fernando Canales y su esposa Ángela Stelzer. Una fotografía de un grupo de comensales dignos de las páginas de sociales marcaría para siempre la administración de ese gobernador.
En la imagen publicada por un diario de aquel estado, al lado de Canales Clariond, se encontraba ni más ni menos que uno de los principales operadores de el cártel de Sinaloa, Edelio López Falcón mejor conocido como El Yeyo o El Señor de los Caballos, quien fue ejecutado en un restaurante ubicado en Tarascos y Golfo de Cortés, en Guadalajara en el 2003. La fotografía no probó un nexo de Canales con el narco, pero sí la cercanía del poder político con que éste se mueve.
Viene el relato a colación por el caso de La Pistola, Sergio Kurt Schmidt Sandoval, presunto operador estratégico del Cártel Jalisco Nueva Generación, quien no solo ha aparecido retratado con más de una docena de políticos prominentes, sino que su cercanía, lo cual per se no es un delito, ha llegado hasta el punto de tener familiares en las nóminas oficiales y hacer negocios con administraciones estatales y municipales de todo tipo.
La cercanía de Schmidt con el poder político a grado de ser íntimo de la familia del ex gobernador Emilio González, si bien insistimos no es un delito, también habrá que dejar en claro que siembra serias dudas respecto al actuar de quienes tuvieron contacto de cualquier tipo con él. Pues en un país donde los mexicanos estamos hartos de la corrupción, cualquier viso de ella genera un rechazo inmediato.
Pero lo importante de todo esto, no es el escándalo mediático de las relaciones personales, de amistad o de negocio, hoy negadas por los involucrados, lo importante es que no hay un sola denuncia para investigar esta cercanía, pues la PGR sólo se dedicará a la parte de delitos federales, en el fuero común nadie se ha atrevido a presentar una sola denuncia.
Realmente no me preocupa mucho lo que se diga hoy del caso Schmidt si todo resulta en meras especulaciones, lo que realmente me preocupa es cuántos Schmidt están en estos momentos cerca del poder político infiltrados del crimen organizado en las esferas del gobierno. Todo ello prueba que el crimen organizado está en todas partes, mimetizados como “empresarios” “gente respetable” que vive de envenenar a la sociedad con sus actividades ilícitas.
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