De igual manera como lo hizo contra el Instituto Nacional Electoral (INE), ahora la 4T ha enfocado sus baterías -y en serio- contra el Poder Judicial al pretender golpear en un área sensible que impacta toda su operatividad: el presupuesto. Por eso sus trabajadores salieron a protestar en las calles de León esta semana.
Si algo ha quedado claro es que, además del desprecio que el presidente López Obrador tiene contra el Estado de Derecho y la cultura de la legalidad, ha desarrollado una gran aversión ante los organismos autónomos y cualquier ente que pudiera significarle un contrapeso.
Sometido el Legislativo a través de Morena y sus aliados en él representados, reducido el INAI a una sombra de sí mismo, y asegurando militantes incondicionales al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), a este régimen le estorba un Poder Judicial fortalecido.
¿Qué sentido tiene, hacia el final de su gestión, esta embestida contra el Poder Judicial, con tal recorte millonario? Es evidente que López Obrador utilizará hasta el último minuto disponible de su gestión para cobrar facturas acumuladas desde hace más de 23 años de andanzas políticas, cuando se obsesionó por despachar en la primera magistratura desde Palacio Nacional.
Así lo dejó entrever al mencionar, cuando fue cuestionado respecto a este tema, que al igual que el “pueblo” bueno, él “también” ha sido “víctima” del Poder Judicial, en referencia al proceso de desafuero que se le siguió cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal por el desaseado manejo del caso del terreno del Paraje San Juan para destinarlo a una obra pública, sin seguir los procedimientos legales adecuados.
Que nadie se extrañe. Aún hoy existen quienes siguen aferrados a la narrativa según la cual, la expresión “AMLO es un peligro para México” es fruto de una campaña negra en su contra, y no la simple descripción de un personaje que manda “al diablo” a las instituciones en sentidas arengas frente a sus miles de seguidores, y ahora también, en los hechos.
A la vista de todos. Todos lo oímos, aunque, al parecer, no todos. El que tenga oídos, que oiga.