Cultura

La monarquía constitucional

  • Taller Sie7e
  • La monarquía constitucional
  • María Luisa Herrera Casasús

Recién iniciada nuestra Independencia, el gobierno se hallaba en estado de confusión, especialmente el Congreso y, a pesar de haber quedado casi en ruinas, se compró en Estados Unidos una goleta como “buque de guerra” y se fundó la Orden Imperial de Caballeros de Guadalupe para premiar el mérito militar, civil o eclesiástico.

El entusiasmo del pueblo por la hazaña de Iturbide hizo que a la voz popular de un oscuro sargento, Pío Marcha, se declarase a Agustín de Iturbide emperador de México. Y como en las representaciones teatrales, se montó aquel imperio de opereta. Se pidió dinero prestado para labrar las coronas del emperador y la emperatriz, se acuñó moneda con el busto del emperador, se decretaron títulos para el emperador y sus parientes, y se nominaron empleados para su séquito.

El domingo 21 de julio, para su coronación, se engalanó la ciudad y repicaron las campanas de todas las iglesias. Los cañones efectuaron 21 salvas y se adornó la catedral con un puesto destinado al Congreso. El emperador salió precedido de caballería e infantería, el Ayuntamiento y demás corporaciones, y bajo un palio fue conducido a un trono en la catedral.

La misa fue celebrada por tres obispos; en el altar el presidente del Congreso coronó a Agustín I, y este a la emperatriz. “¡Vivat Imperatur in Eternum!” Se anunció esto al pueblo con repiques, y se arrojaron a la multitud monedas de plata. Regresaron al antiguo palacio virreinal e Iturbide renovó la promesa de encaminar sus esfuerzos a la conservación de la fe católica y de la Independencia, y a lograr la felicidad del país.

Para sostener a aquel imperio se negoció en Londres un empréstito de 30 millones, y como solo prestó 10, se hipotecaron las rentas nacionales. Dice Alamán: “La clase alta de la sociedad, que había visto a su familia como igual, consideraron su elevación como golpe teatral sin acostumbrarse a pronunciar sin risa los títulos de príncipes y princesas”.

El encumbramiento como emperador a un efímero imperio que pagó con su vida dos años después, nos hace repasar las lecciones que nos da la Historia. _

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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