En 1984 empecé a escribir artículos periodísticos, principalmente dirigiéndome a los jóvenes, titulándolos “El lado ameno de la Historia”.
Habiendo encontrado en mis investigaciones con anécdotas interesantes, descripciones de rincones hermosos de nuestro México y costumbres ancestrales casi desconocidas por la mayoría, sentí que había entrado al “túnel del tiempo” y me era posible comprender y compartir la rica historia de nuestro país, que, por comparación, hacía palidecer lo que veíamos por medio del cine o de los programas televisivos de la época.
Por otra parte, me entristecía la indiferencia de los jóvenes por el conocimiento de la historia nacional, ignorantes de su riqueza y amenidad. Las celebraciones nacionales patrióticas servían únicamente para holgar en esos días de descanso obligatorio, sin ahondar en su significado.
La enseñanza escolar habla sólo de las batallas y los triunfos obtenidos, o cita el nombre de algunos héroes, volviéndola árida para el estudiante. Se omite, además, la época prehispánica y culturas ancestrales, y los tres siglos de dominación española, que colaboraron a nuestra actual cultura, idioma y religión. Vivíamos “europeizados” o “agringados”- Lo ajeno era siempre lo mejor.
Mi grupo de literatura, al que orgullosamente pertenezco, el Taller Siete, aceptó la petición de colaborar con el diario “Milenio” en una columna semanal, desde el año 2006, y por veinte años lo hemos hecho varias de nosotras. Mi tema, sin embargo, no fue literario, sino sobre nuestro devenir histórico.
Habiendo encontrado muchos temas interesantes de nuestro pasado, tuve el deseo de divulgarlos, a fin de fomentar el amor a lo nuestro, de incalculable riqueza en acontecimientos. He pergeñado estos relatos para mis amigos, que me han favorecido con su lectura. y deseo haber aportado un trocito para el conocimiento y amor a nuestro país.
Han pasado muchos años, ha habido cambios portentosos, y México, siempre en peligro, necesita aún más nuestra adhesión y esfuerzo por preservarlo en su grandeza. Pero ya es necesario dejar la estafeta a otros escritores, dejándoles el anhelo por conocer mejor y amar a nuestra patria. Muchas gracias a mis lectores por haberme favorecido con su lectura.